Estamos inmersos ya en la carrera a la Moncloa, no nos engañemos, de ahí todo lo que está aconteciendo para confeccionar gobiernos en ayuntamientos y comunidades autónomas, poniéndose así de moda el postureo político de cara a la galería. Así el PP no habla de las nuevas reformas que ya le está exigiendo la Troica y, en cierta forma, da igual que nos digan que no las harán, después harán de su capa un sayo y llevarán a cabo las políticas contrarias a las prometidas si así favorecen a los suyos o al poder económico que les sustenta en la sombra. Ciudadanos exige limpieza al resto de partidos, sin valorar la espiral en la que nos metemos con las exigencias a los imputados pero, ¿es justo que te acusen para arruinar tu carrera política y por ello tengas que dejarla?, limpieza sí pero cuidado con los límites; mientras tanto, ellos no cumplen la palabra dada; ¿cuántas veces hemos escuchado que si no pueden formar gobiernos no estarían en ellos?, pues ahora Rivera da carta blanca en cada territorio. La ciudadanía está asistiendo con desánimo a este nuevo tiempo que se está malgastando con tanto tacticismo político de los nuevos partidos, y por ello está deseosa de encontrar motivos claros en el PSOE para volver a confiarle en las urnas la gobernabilidad de España, para lo cual debemos ser claros en nuestros posicionamientos, dejar las veletas aparcadas y defender sin complejos lo que hemos sido y lo que somos, hagan lo que hagan los demás, si no queremos que nos arrastre la corriente de lo diferente y el país pierda al partido que verdaderamente regula la balanza de la equidad. Y es que es momento de diálogo pero con coherencia y prudencia, para llegar a acuerdos, no a pactos donde repartamos cortijás para seguir haciendo disparates personalistas o partidistas. Es el momento de ver qué tenemos en común y qué se puede asumir desde cualquier posicionamiento político democrático, algo que jamás se debería haber dejado de lado, por mucha mayoría absoluta que se consiga. Pero esta oportunidad que nos da la ciudadanía no puede convertirse en el oportunismo barato que convierta nuestras ya malheridas instituciones, en una jaula de grillos.