Inaugurar cosas está mal visto
“Es cierto que ha habido flagrantes derroches, desviaciones delictivas, chabacanerías...”
El descrédito generalizado que se extiende sobre la clase política española ha convertido a la inauguración de obras en un ejercicio de alto riesgo, dada la probada atracción de críticas y mofas que provoca: que si se celebran con premura por la proximidad electoral, que si salen muchos en la foto, que si la inauguración en sí era innecesaria, que si en lugar de esa obra se debía haber acometido otra bien distinta… La variedad de los comentarios negativos es notable y alcanzan a todos los que en estos tiempos tienen el coraje de licitar, adjudicar, construir e inaugurar en plazo infraestructuras para el uso y disfrute de los ciudadanos. Es cierto que ha habido flagrantes derroches, desviaciones delictivas, chabacanerías solemnizadas a costa del contribuyente y un amplio catálogo de disparates y errores que, sin embargo, no nos deberían hacer olvidar que todos circulamos por carreteras, cruzamos puentes, usamos rotondas, paseamos por los parques y nos gusta que salga agua por el grifo y que los jardines tengan flores. Lo que quiero decir es que si bien son legítimas todas las críticas que puedan darse al hecho de inaugurar un recinto deportivo o el descubrimiento de un monolito, me resulta extraño que nadie repare en que el mejor modo de no ser criticado por inaugurar cosas es, sencillamente, no hacerlas. Por ejemplo, en Almería la Junta de Andalucía sale muy bien librada en el capítulo de la recriminación inaugural por la simple razón de que no licita, adjudica, construye e inaugura en plazo infraestructuras para el uso y disfrute de los almerienses. Repito, como cierre, una pregunta que alguna vez he formulado y para la que sigo sin tener respuesta. ¿Recuerda alguien alguna obra, proyecto, recinto o instalación de importancia que la Junta de Andalucía que gobierna el PSOE haya inaugurado en Almería recientemente? Sigo esperando respuestas.