En ocasiones se habla -y con razón- de los complejos de un determinado sector de la derecha sociológica española, que vive instalada en rancios prejuicios morales y delimita su zona de influencia empleando superadas concepciones geopolíticas. Y si les hablo de la llamada “derechona” de toda la vida es porque me llama la atención que nadie o casi nadie perciba que frente a este club de inmovilistas sobrevive otra generación simétrica de una “izquierdona” también acomplejada, que sigue plantada en unos esquemas de criptoprogresía avejentada y descatalogada que no sirven ya para nada más que para criar polvo, como la colección de “Triunfo” que algunos guardan todavía en un altillo. Y fruto de estos complejos que digo a veces saltan por ahí algunos intrépidos haciendo gala de un anticlericalismo de naftalina y caldito que da más pena que otra cosa. Por ejemplo, la reciente cabalgata de Reyes Magos celebrada en Almería sirvió para aflorasen algunos de estos viejos tics, protestando por la presencia del obispo acompañando al alcalde en la recepción del cortejo organizado para los niños. De hecho, el representante de la Oficina del Vicepresidente de la Junta de Andalucía en Almería, Rafael Salazar, llegó a calificar de “confesional” este desfile, proponiendo la celebración de una “cabalgata cívica” ¿? Y mientras nos preguntamos cómo diantres se celebra una cosa así, recordaré que el Ayuntamiento invita al Obispado al acto como agradecimiento al gesto episcopal de acoger durante varios años el saludo a este desfile cuando el estado de abandono y derrumbe del Ayuntamiento alcanzaba a toda la Plaza Vieja. Es decir que si la Junta de la que depende políticamente este señor hubiera hecho lo que prometió que iba a hacer para 2005, no habría peligro de interpretaciones de confesionalidad ni necesidad de volver a hacer alardes de furia laica, como la perra. Como la perra que algunos cogieron cuando el paraninfo y que no van a soltar ni en la residencia de la tercera edad.