Entre las gentes heterogéneas y abigarradas del 15-M en la Puerta del Sol de Madrid había ácratas, comunistas , anarquistas, clase media sin ideología y afiliación, intelectuales, en suma, que pasaban por allí y a quienes interesaba sociológicamente aquel revoltijo humano. La nota más sobresaliente antes de los primeros encontronazos con la policía fue su pacifismo. No obstante la derecha en el poder cogió un cabreo morrocotudo y pronto echó mano de sus prejuicios antiguos: Para ella eran los revoltosos de siempre, aunque por otro lado cayeran simpáticos al individuo callejeros anónimos que ya estaban sufriendo los efectos de la crisis. Al principio, desde el poder constituido no se le dio importancia al 15-M porque pensaron que no iría muy lejos como idealismo abstracto lejos de las elecciones. Pero poco más tarde vendrían otros que aprendieron la lección. Un grupo de profesores, con formación teórica y experiencia en los medios de comunicación, entraron en la lucha política con los mismos requisitos que exigía nuestro sistema electoral vigente. Fue un éxito. Podemos obtuvo algo más de dos millones de votos y se constituyó en el lobo feroz del bipartidismo, Desde la prensa de derechas el cañoneo destructor no se hizo esperar. Eran los hijos de la revolución bolivariana de Chaves. Eran la barbarie asiática. Algunos, como todavía no conocían el origen de la barbarie, los relacionaban con Hitler. Todos los partidos se pusieron en guardia especialmente los del bipartidismo turnante y tranquilo. Pero los dirigentes de Podemos tampoco se mordieron la lengua. Acertaron a simplificar en una sola palabra todo lo pensaban del adversario. Eran la casta. Algo que huele a fariseísmo, a estamentos, a nobleza y casta sacerdotal, a privilegios hereditarios, en definitiva a corrupción y a antiguo régimen. Desde ahora en vez de partir de dos conceptos, derecha izquierda, conceptos que han dado mucho juego en los análisis de la vieja historiografía, se hablara de los de arriba y de los abajo. O sea, casta contra descastados sin poder. He aquí la almendra del problema: Los que trajeron la crisis y los que la están pagando a costa de austericidios y saqueos.