Dos relatos futbolísticos
Las nueve copas de Europa pesan como si formaran una realeza especial que obliga mantener el honor en el campo
Hoy es un día especial tanto para deportistas como para observadores lejanos de lo que ocurre en torno al balón redondo. Madrid- Atlético se van a ver las caras en una final de la Champion con todo lo que ello arrastra de incontrolado fanatismo en uno y otro equipo. Siendo los dos contendientes madrileños, el encuentro será en Lisboa. España anda dividida: se hace toda clase de cábalas acerca del ganador. En los medios de información, en los bares más concurridos vibran las apuestas , las porras, los pronósticos de todo tipo. Salen a escena los tipos más pintorescos. ¿ Quién acertará? En el fútbol, como casi en todos los juegos, tiene un papel importante la jugada fortuita. Ya pueden los entrenadores reforzar las líneas defensivas o inventar jugadas inimaginables. luego el gol aparece cuando menos se le espera rompiendo todos los esquemas previos. Hay, no obstante, algo perenne en estos dos equipos. Simeone habla de idiosincrasia. Los colchoneros serian la lucha y el esfuerzo permanente. Los blancos obedecen a otras coordenadas no solo técnicas sino también históricas. Las nueve copas de Europa pesan como si formaran una realeza especial que obliga mantener el honor en el campo de juego. Un honor que se apoya en el poderío del dinero, todo sea dicho. Hasta en las plazas donde se celebran los éxitos parece haber alguna diferencia significativa: los de Anceletti coronan a la diosa Cibeles, madre de la fertilidad. Simeone , en cambio, irá a la plaza Neptuno, dios del mar, abogado de los que luchan contra el oleaje. No sería improcedente sacar de aquí dos conclusiones: las clases económicamente débiles se inclinarían por este “Pupas” que de tanto partirse el alma en la refriega ha devenido en campeón de liga. Para él pues todas las simpatías de los no instalados, de los madrileños obreros que no son de allí. La segunda conclusión, aplicada al Real Madrid, giraría, a mi juicio, en torno al orgullo de ser la capital de España, del Gobierno y todo lo demás. No en vano Florentino lleva a su palco a los triunfadores de alguna de alguna cosa. En fin, desde Lisboa, balcón del Atlántico, evocador de tantas hazañas hispánicas, mi sueño es que presenciemos un buen partido y que gane el mejor.