Juan Pallarés se convertía en el protagonista de una jornada organizada en la Ual, es de imaginar que con motivo de la campaña electoral, en la que se habló de la historia del sindicalismo en Almería.

No es difícil hablar bien del sindicalismo de hace unos años (el llamado histórico) y de los hombres y las mujeres que lo protagonizaron. En los tiempos duros ellos dieron lo mejor de sí mismos. Cuando llegaron los buenos se relajaron y empezaron los problemas. Es lamentable para Juan Pallarés que la imagen que se tenga hoy de un sindicalista sea la de un vividor, un corrupto y un comedor de gambas.

No estoy de acuerdo en que esa sea la imagen de un sindicalista, pero sí la de algunos de sus dirigentes, que no es lo mismo. ¿Y de quién es la culpa de que la sociedad tenga esa imagen? En los tiempos de Nono Amate, Pedro Baldó, Javier Ayestarán, Eduardo Vela, Rafael López Vargas y tantos otros dirigentes, nunca-jamás se pensó de los sindicatos y de sus dirigentes lo que manifestaba en la Ual el señor Pallarés.

Y no quiere decir que no tuviera sus luces y sus sombras como sindicalistas y dirigentes, pero jamás se dijo de ellos que fueran unos vividores, unos corruptos o unos comedores de gambas.

Si ahora se tiene esa imagen de los sindicalistas son ustedes los que tendrían que dar explicaciones. Explicar las suculentas subvenciones, los sueldos conseguidos en las cajas, los beneficios de los Eres, los cursos, los viajes pagados por otros, las mariscadas. Es un largo etc. el que se les ha juntado para dar con la imagen del actual dirigente sindical por los suelos.

No es el caso de usted, ciertamente, tampoco del señor López, don Félix, pero en sus cabezas pagando están los males de otros compañeros que andan por tierras de María Santísima. El gran problema, que cuando los dirigentes no cumplen los que pierden son los trabajadores. Cuando el dirigente está controlado por corruptelas más o menos legales, cuesta mucho más defender a los currantes. Y lo que no se descubre hoy se hace público mañana, o pasado, o al otro, pero al final la sociedad se entera de las mariscadas y las francachelas.

¿Hay que reinventar a los sindicatos? No. Sólo mirarse en los que ayer lo dieron todo en la defensa de los trabajadores y con la cabeza muy alta caminan hoy.