El Gamonal
Cuando el alcalde de Burgos ordenó el comienzo de las obras en el barrio de Gamonal, no podía imaginar que por los agujeros abiertos en el bulevar para construir plazas de garaje, al módico precio de 20.000 € por dos rayas en el suelo, para vendérselas a los vecinos que podía aparcar gratis en la avenida del barrio, se le escurriría como el agua en la arena, uno de los conceptos vertebradores y elevado a la categoría de dogma, que siempre esgrime la clase política en esta nación, a saber: democracia política equivale a políticas democráticas.
Urnas Que la elección en las urnas no presupone que toda la acción política pase a tener la consideración de una práctica y acción democrática, es una verdad de Perogrullo, en la que no reparan estas criaturas propensas desde el día siguiente del escrutinio a vestir la purpura del poder incluso en contra de aquellos que lo eligieron, a rodearse de una corte de aduladores y no de colaboradores, a decretar a golpe de soberbia cuales son las necesidades del pueblo y satisfacerla sin diálogo, desde la uniteralidad rampante o la convicción inamovible que sólo a él le corresponde interpretar cual es el bien común y que se debe de hacer para lograrlo.
En todos y cada uno de estos espejismos del engreimiento y la arbitrariedad, y quizás en la aceptación como naturales de interés más bastardos y menos confesable, se ha ido bañando o ahogando el regidor burgalés. Que para ganar tiempo, enfriar los ánimos y disculpar sus torpezas, ha querido definir la férrea voluntad de sus vecinos como violencia subversiva y no como hartazgo ante el abuso, la confrontación frente aquellos que en su día lo seleccionaron para que los gobernarse y hoy lo despedirían si tuviera la mínima oportunidad, como revuelta bajo la batuta de la extrema izquierda o la imposibilidad de derogar en la calle la decisión de un pleno municipal, como atentado a la democracia. No dejan de ser lecturas inadecuadas ante explicaciones algo más sensatas y probables; que la insatisfacción social ha llegado a su límite y que la paciencia lleva camino de mutarse en desesperación. ¡ Ah lo olvidaba! que las plazas de garaje para tiempos más felices y optimistas.