Es un placer que “Versión española” haya cambiado a los sábados. Antes la emitían los domingos y se hacía muy tarde para luego ver el coloquio con los invitados, después de la película. Este sábado se proyectó “Que nadie duerma” desde el Teatro Calderón de Valladolid dentro de la SEMINCI, la semana internacional de cine de Valladolid.

Allí estaban Cayetana Guillén Cuervo, la presentadora; Malena Alterio, la actriz protagonista; y su director, Antonio Méndez Esparza. Se da la coincidencia de que esta misma película se presentó hace dos años en ese mismo escenario. Quiero imaginar que entonces el teatro estaría a rebosar, porque la otra noche el Teatro Calderón estaba casi vacío y eso me decepcionó bastante. Dónde estaría la gente en Valladolid siendo la SEMINCI y teniendo la oportunidad de asistir a un espectáculo tan especial, me preguntaba.

La película es una adaptación de una novela homónima de Juan José Millás. Y comprendo perfectamente que Malena Alterio recibiera por ella el Goya a la mejor actriz protagonista el año pasado. Me ha conquistado por completo. Me encanta su interpretación. Es tan natural, auténtica y sincera, como ella misma.

El filme comienza con una normalidad pasmosa, pero conforme avanza la realidad se va desdoblando, como universos paralelos que coexisten más allá de la mera realidad. Tendría que leer a Millás. Lo mismo que en su novela a lo largo de la película resuena el aria “Nessum dorma” (Que nadie duerma) de la ópera “Turandot” de Puccini.

La historia de esta ópera engloba el argumento de ambas obras, novela y película. Una historia de amor dramática, cruel y vengadora. Sin embargo, el “Nessum dorma”, cantado entre otros por Pavarotti, contiene la esperanza del amor, que muera la noche y al amanecer venceré, venceré, venceré.