El cinismo como sistema
El cinismo como sistema
En la lucha política estamos oyendo últimamente muchas frases que tienen alguna reminiscencia cínica. No es raro encender la televisión y ver que aparece allí algún icono en representación del Gobierno diciendo que no subirán los impuestos ni que se tocarán las pensiones. Ni una cosa ni otra se entiende en medio de la fuerte discusión que ahora misma ocupa tanto a los partidos de derecha como de izquierda.
A Fátima Báñez le corresponde martillearnos con el marro de que las pensiones subirán siempre aunque tal subida sea prácticamente imperceptible. A los sindicatos y afines les saca de quicio que con un 0´25 les quieran aliviar de las otras subidas diarias en el supermercado de la esquina.
Diógenes anda suelto perdiendo poder adquisitivo. En el desastre político y económico de la Grecia en el siglo IV a. de Cristo surgieron los cínicos, que según todos los diccionarios consultados eran unos filósofos algo guarros que practicaban acciones vituperables con no pocas desvergüenzas. Su animal simbólico fue el perro, de ahí el nombre. Cínico en la escuela clásica dícese de quien actúa en contra de sus principios éticos e incluso alardea de ello. Debe ser la crisis la que ha puesto en circulación a tanto cínico en la política española.
Sin embargo, dos cosas tenían los cínicos antiguos que no tienen los de ahora. Una era que les preocupaban poco las cosas materiales; la otra que buscaban un ideal de felicidad acorde con la naturaleza. Por eso se dejaban la barba huyendo del cuarto de baño. Los de ahora son más limpios. Si se dejan la barba es para parecer sabios en conexión con los sabios de Grecia.
Contra el cinismo de nuestros gobernantes no hay mejor medicina que la inteligencia. La inteligencia de esa periodista de Nueva York que le preguntó a Rajoy por las cosas falsas del caso Bárcenas. Rajoy había dicho que todo era falso menos algunas cosas. ¿Cuáles, Presidente? Nunca las sabremos. Ir a Japón para decirle a sus habitantes que no hay peligro de radiación en Fuskusima después de que las autoridades del Estado hayan pedido auxilio a nivel internacional, resulta de un cinismo algo tonto.