Durante la última guerra mundial los generales alemanes se agarraban unos soponcios monumentales cuando conocían que unidades enteras de su aliado ejército italiano se rendían sin pegar un tiro o salían por patas ante el avance enemigo. “Soldado que huye es bueno para otra guerra”, comentaban en tono desahogado los italianos, cosa que además ponía a los severos alemanes al borde de la apoplejía. Los soldados italianos eran buenos para desfilar elegantemente, para las labores de intendencia, para hacer felices a las lugareñas o para cantar dulces melodías, pero no tan buenos para romper el frente a la bayoneta calada, con lo incómodo y peligroso que es eso.

Y es que cuando la naturaleza te empuja hacia otras querencias, lo de las hazañas bélicas es mejor dejarlo para otros. Y algo así está pasando en ASEMPAL y Cámara de Comercio, porque después de tomar la cimitarra del agravio con la fiereza de un bucanero para responder al menosprecio de la Junta del PSOE de Sevilla a Almería, asegurando que ya no pensaban asistir a las reuniones organizadas por la Junta como respuesta a la ausencia de almerienses en el gobierno andaluz, ya han comenzado a “matizar” su desencanto, limitándose a decir que están muy molestos, sí, pero guardándose mucho de mantener el anunciado boicot. Espartanos de despacho, ya ven.

Esto no quiere decir que uno defienda la política de la embestida y el estacazo permanente o que no entienda que todo empresario deba actuar con más pragmatismo que heroísmo.

Lo que vengo a decir es que para poca salud, ninguna. Más valdría haberse quedado al margen de la oleada de indignación porque, seamos claros, el soldado que huye no es que sea bueno para otra guerra; es que no es bueno para ninguna.