La Voz de Almeria

Opinión

Un momento de identidad

La felicidad de sentirme libre en mi pueblo me sorprende cada día más

Virgen de la Cabeza de Antas.

Virgen de la Cabeza de Antas.

Beatriz Torres
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En los últimos años vengo utilizando una estrategia que me está funcionando estupendamente. Consiste en tomarme vacaciones los días que son feria en el pueblo, pero siempre volver para disfrutar del último día, que a su vez es el primero para mí. Esa confluencia de ser el primero y el último me resulta muy estimulante.

La feria concentrada en un día para bailar, saludar a la gente, vivir la traca de madrugada, y luego la procesión de la Virgen de la Cabeza desde la Ermita de la Era hasta la Iglesia con auténtico recogimiento y devoción. Una nube de melancolía nos envuelve bajo el manto de la banda de música mientras vamos caminando en silencio, con la sensación de que ha pasado un año más, el verano se acaba y vuelve la rutina.

La felicidad de sentirme libre en mi pueblo me sorprende cada día más. Sucedió anoche. Salgo, aunque esté cansada. Voy caminando sola por la carretera. Pero hay alumbrado público y la distancia es corta. Antes de llegar veo los coches que hay aparcados por los alrededores y me digo, hay ambiente.

Subo a la Era y me mata el ruido de las atracciones y de la música de las atracciones. Eso me asusta, incluso me hace temblar y perder el equilibrio. Me voy a la barra de la Leo y pido un gin-tonic, luego me arrepiento porque veo a alguien que toma un mojito, y pienso que hubiera sido mejor, como más natural y sabroso, pero me tomé el cubata y con una puntita de una servilleta me hice dos taponcillos para los oídos y ya no me los quité hasta que empezó la procesión. Los mantuve mientras bailaba y también durante la traca, por primera vez en mi vida.

La verbena fue preciosa, con música de los años setenta y ochenta de un grupo muy gracioso, “Los Guachorneis”. Viví un momento mágico de identidad bailando con las mujeres de mi pueblo. Qué gozo.

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