La Voz de Almeria

Opinión

“El llanto es nuestro y la tragedia también”

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Desde que el hombre hizo su aparición en la tierra el llanto es consustancial a todos los seres vivos e incluso a las plantas.    Creo que fue en la...  Se me olvidó que estoy escribiendo para  el pueblo llano. El día veinticuatro de éste mes que se acaba algunos almerienses me pusieron mala cara, incluso ví a algunos exasperados por la tragedia del paro tomando su café con churros. La noche de ese mismo día, cuando escuché al cardenal Rouco Varela, comprendí que todo era una farsa y llegué a la conclusión de que este señor no debería decir tal cosa.


Otro tema, con todos los respetos al susodicho  señor, que a la largo de su  longeva existencia siempre fue contrario a los avances de la Iglesia y esa actitud no gusta ni a los católicos apostólicos ni a los cristianos -uno de éstos soy yo, que rezo todos los días el SUMO HACEDOR Y A LA VIRGEN MARÍA; prescindo pues de los curas y en esas coordenadas aquí PAZ Y DESPUÉS GLORIA.


Cuando niño -aunque pronto se pierde el candor- si cometía algún pecadillo me amenazaban con la excomunión,  lloraba y venía la tragedia en mi pequeño corazón.


Esta noche del  día 25 de mayo, ante las quejas multitudinarias de un pueblo que gime con inmensa amargura, el PP, ofrece pero nunca cumple y el proletariado. Insisto, se muere de hambre;   los niños y los jóvenes, muchos de ellos,  comen a expensas de los viejos; algunos o muchos duermen en la calle. Recuerdo con mucho cariño a mi madre y a mí tía Rosa que me enseñaban a rezar y me decían en plena Guerra que no dijera nada a nadie; es posible que por temor u otro motivo guardé silencio. Hoy aquel temor se escapó a los campos en los que por aquel tiempo, aunque pocas, había algunas amapolas y esas margaritas que  bordean las sendas,  acompañando a los pobres caminantes y que hoy, más que nunca, están teñidas de sangre inocente. Los culpables de la  Tragedia,  superior incluso a las de Eaurípides, pongo por caso, tendrán que dar cuentas al Juéz que nunca falla por ser infalible. Tengo dos nietos -el amor todo lo puede- por los que doy pequeños sermones a mis hijos de alma para que escojan la senda de los pocos sabios que en el mundo han sido; y siempre junto a mí la cónyuge de toda una vida y, por ligera enfermedad, mi hija Magdalena  que tambien cubre mis tontos caprichos. Bajo la luz de la hogura desde el fuego abrasa, se queman gozosos, los que en verso hablan. La verdad  nos hará libre a todos.


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