Hora era de que el Psoe iniciara su cambio de caras en la provincia. Han sido muchos revéses electorales los sufridos, algunos importantes y continuados, como para que los dirigentes se decidieran a apostar por caras nuevas. A esperar que esas caras nuevas vengan también con renovadas e ilusionantes ideas a la política almeriense. Se hacía insostenible, por ejemplo, la presencia de Manuel García Quero al frente del Psoe en El Ejido, donde el socialismo ejidense ha venido perdiendo elección tras elección desde hace un par de décadas. Entre apoyos políticos y errores del partido, han abierto una brecha en la que han hundido ilusiones y esperanzas. Pero como los dirigentes socialistas de El Ejido estaban bien colocados en parlamentos y empresas públicas, no estaban por la labor de apoyar los tan necesarios cambios. Algunos somos de la creencia de que han tardado demasiado en el recambio. Pero ya ha llegado. Es el momento de decir adiós a Manolo García Quero de la primera fila política. Un hombre con una importante trayectoria personal dentro de la política ejidense, y que en el momento de su despedida como cabeza visible del socialismo ejidense, lo debe hacer con el dolor de que en todos estos años no ha conseguido arreglar el tema de La Balsa del Sapo. Y ahí sigue, empantanado como el primer día. No digo que no lo haya intentado solucionar, que supongo que sí, pero es la demostración palpable y clara de un fracaso político y personal del amigo Manuel. ¿Achacable sólo a él? Evidentemente no. Él sólo ha sido un peón dentro del engranaje de un partido político. Sólo eso, un peón con nula fuerza.