La prensa de derechas interpreta que el parón del PP en Andalucía se debe al miedo de los que viven del dinero público por perder su mamandurria. Algo más habrá, digo yo. También consideran un acierto estratégico que Griñán separara las elecciones autonómicas de las generales porque, hace tan solo cuatro meses, el rodillo conservador habría triturado al socialismo. Ahora lo que importa es saber qué hará la izquierda. Diego Valderas no debiera volver a las eterna discusión académica entre marxistas y no marxistas. Repetir la vieja trifulca entre el comunismo y el socialismo que ocupa todo el siglo XX sería un error de adaptación al medio. La derecha de este país está entrenadísima para inventarse todo lo que haya que inventar con tal de gobernar de nuevo. Razón y cordura, pues. Razón porque se ha logrado un éxito contra todo pronóstico y cordura porque gobernar en estos tiempos es andar como un felino por una tapia llena de cristales erizados. Hay que abandonar todo lo que distraiga, paralice, dé que hablar sin ir a ninguna parte, y sobre todo, hay que deshacerse del polvo acumulado por culpa de tantas claudicaciones y cobardías. IU tal vez pueda mostrarse como exenta de corrupción debido sin duda a que nunca ha gozado del poder, pero los socialistas no pueden decir otro tanto, y ahora sería la gran ocasión, me parece a mí, de echar mano del tarro del insecticida que "los mata bien muertos". Me refiero, claro está, a la muerte política de esa apestosa legión que se arrima al partido solo para medrar y vivir del cuento. Sise gobernara según los principios de izquierda y los andaluces vieran una transformación social como la que va del siglo XIX al XX, la derecha podría esperar sentada repitiéndose a sí misma lo avanzada que es su gran reforma laboral.