Los problemas internos del Madrid, club de fútbol, hay que analizarlos desde los éxitos del Barcelona. Sin los catalanes, los blancos serían indudablemente un gran equipo, poblado de estrellas y de copas de Europa, pero viéndose azuzados  por los triunfos culés, están que no viven. Esto fuerza a Florentino Pérez a contratar el entrenador más caro y exitoso, aunque sea también el más conflictivo. Lo primero que hace Mourinho al llegar a un club es exigir total autonomía tanto en la dirección técnica como en los fichajes de jugadores. Con este manager en plenitud de poderes sobra Valdano o cualquier otro como cabeza pensante. Florentino no hace sino tragar ante la sed de triunfos. “Quiero setecientos millones -dice Mourinhno-  para conseguir la  décima”. Cuando el entrenador tiene en vestuario a  lo más granado del fútbol mundial deja en segundo o tercer lugar a la cantera. Tampoco le importan demasiado las nuevas modernas estrategias. El fútbol es meter goles y ganar copas. Con esto sobra para que aumente su cotización como técnico. Además, cuando se gana, es el entrenador el principal artífice; cuando se pierde, son los jugadores los culpables. Al tratarse de uno de los equipos más ricos del mundo asociado a la Marca España, tal como se ha puesto de moda,  ya no son cuestiones solo meramente deportivas, sino que trascienden a la vida general del país, de ahí que yo sin ser cronista futbolero me ocupe de este despilfarro en plena crisis. ¿Recuerdan al expresidente Calderón?  Toda su oferta electoral se cifraba en traer a Kaká costara lo que costara. Mouriño, en cambio, lo tiene sentado en el banquillo. Mientras tanto las arcas están llenas;  fichemos más kracs por caros que sean; Mourinhno amenaza con irse al Chelsea; Avradomic no es Florentino y allí no urge hundir al Barcelona. ¡País!