Emergen otra vez los nacionalismos. Los centralistas y los periféricos. Choque de trenes a la vista. Los ultras, tanto los de la derecha como los de izquierda, deben estar de enhorabuena Parece como si nos cansáramos cada cierto tiempo de caminar por la historia y renunciásemos a soluciones que han dado buen resultado. La crisis está haciendo que cruja toda la sabia instalación nacida de la democracia. Es cierto que en las autonomías ha habido mucho abuso -enchufismo de mediocres, despilfarro de los que mandan, corrupción y mentirosa información- pero no es menos cierto que el administrado se ha sentido más cercano al poder al descubrir los valores de su propia tierra junto a las inmensas posibilidades de futuro que ofrece la libertad creadora.

La vuelta atrás nos devuelve otra  vez a esa vieja angustia metafísica de no saber qué es España, problema número uno de nuestros mejores intelectuales. Se habla mucho estos días de federalismo como solución moderada y englobadora. No me parece mal, pero ¿para qué ir tan lejos cuando el equilibrio está aquí mismo? La polémica contra las autonomías se ha recrudecido obviamente por el desmadre de las cuentas públicas. El PP lo aprovechó como un arma electoral contra Andalucía pero ahora comenzamos a enterarnos de que estas cosas también pasaban en las comunidades autónomas regidas por la derecha. Los datos supuestamente falseados de Esperanza   Aguirre, en Madrid, y ahora, según parece, los de Feijoo en Galicia, hacen pensar que no había dos clases de autonomías, las buenas y las malas, sino las regulares a un lado y a otro.

Vamos a ver si la prédica de Montoro sobre la estabilidad presupuestaria da buenos resultados frente a la crisis.. El “sálvese quien pueda”solo se grita durante las grandes catástrofes.