La comida debe valorarse no sólo por el placer que provocan los diferentes

sabores, sino también por la conversación que genera a su alrededor. Esta idea es una buena orientación con la que podemos mirar a la nominación oficial de Almería como Capital Gastronómica de España para 2019. Que se coma en Almería y que se coma en almeriense es objetivamente bueno para la provincia, pero que se hable de Almería y en almeriense en toda España es todavía mejor.

Tenemos por delante un año interesantísimo para proyectar sobre Almería la sombra del acierto colectivo y del éxito compartido, dos banderas que no solemos enarbolar a menudo, pero que cuando lo hacemos acabamos coronando la cima del éxito. Por eso es importante no perder de vista una idea que ha marcado el fondo y la forma de nuestra línea argumental durante la candidatura: este proyecto no es de nadie, porque es de todos. Almería va a demostrar que tiene la solvencia y el criterio necesarios para explicar que aquí somos capaces de transmitir emociones a través de un producto fresco. Y eso, que no es nada fácil, va a poder conseguirse gracias a la enorme profesionalidad de un sector que ha crecido de manera exponencial en formación, preparación y visión de futuro. Contamos además con un sector productivo puntero, capaz de deslumbrar por la frescura y la calidad de sus productos. Y por si fuera poco, hemos cerrado la cuadratura del círculo del consenso, logrando un insólito entendimiento entre administraciones de distinto color político. Tenemos en la mano todos los triunfos para una partida que vamos a jugar contra nosotros mismos en el escenario de las grandes ocasiones. Por eso estoy convencido de que lo mejor de Almería 2019 está aún por llegar.