La Voz de Almeria

Opinión

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Los responsables locales de la Junta de Andalucía han manifestado su sorpresa por "las prisas" (sic.) que el Ayuntamiento trata de imprimir a la resolución del proceso de restauración de la Casa Consistorial, en la Plaza Vieja. Pero no sé qué otra cosa podría tener el Ayuntamiento, sino urgencia y apremio, ante una actuación que fue presentada en el año 2000 y que, según compromiso de la propia Junta de Andalucía, iba a estar terminada en 2005, a tiempo para la celebración de los Juegos Mediterráneos en Almería. ¿La han visto ustedes terminada? Pues eso. El caso es que la obra no sólo acumula ya siete años de retraso en su finalización, sino que además no existe todavía una idea clara acerca de qué es lo que se va a hacer en la segunda fase de la obra, la que afecta a las dependencias históricas. Y habrá que mirarlo con cuidado. Recuerden que la primera fase de la obra entregada acumuló, consideraciones estéticas al margen, tal número de chapuzas, desatenciones y olvidos que conviene estar atentos. Y es que no estamos hablando de un edificio cualquiera, sino del Ayuntamiento de la capital. No hay en toda Andalucía un caso similar de capital de provincia con su Ayuntamiento abandonado, desperdigado y a la espera de años para que la Junta cumpla su compromiso de reforma. Las excusas presentadas (que si la caja fuerte, que si la centralita, que si el coprolito de Abderramán, etcétera) no se sostienen con calendarios y hemerotecas. Y mucho menos con un estado real de cuentas de la Junta. No discutiré que las prisas sean malas consejeras. Lo que también es indiscutible es el daño que hacen a Almería los malos consejeros.

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