Ellas, levantadas. Ellos, en la cama
Uno ve con cierto alivio que la norma y la métrica superen con creces a la cansina monserga del discurso políticamente correcto, que aún no ha conseguido hincar el diente en la carótida del cántico, y por el momento permanece firme ante el acoso. No obstante, se producen algunos intentos de meter a calzador la paridad extrema, con resultados ciertamente cuestionables. Por ejemplo, leo que la militancia de Nación Andaluza ha acordado, en el marco de su pintoresca apuesta “por una Andalucía libre de patriarcado”(sic), actualizar la letra del Himno de Andalucía adoptando algunas modificaciones acordes con sus aspiraciones “de un país libre de esta forma de opresión”(sic). En este sentido, a partir de ahora la izquierda independentista andaluza cantará en sus actos oficiales y movilizaciones una nueva versión del himno, cuyo cambio más notable es la sustitución del “andaluces”, por “andaluzas”. Es decir, que se cantará así: “Andalu-u-u-u-zas, levanta-a-a-a-os, pedid tierra y libertad”, etcétera. ¿Y los andaluces? Pues ni están, ni son esperados. Lo que entra sin problemas en el BOJA no queda igual de bien en las letras y en las músicas. Imaginen el atragantador ridículo de cantar atropelladamente que “Las andaluzas y andaluces queremos volver a ser lo que fuimos.” Y además hay otro cambio, no de menor importancia, que está dentro de lo que puede esperarse en este hierro. La mención a España desaparece -el repelús habitual- quedando la cosa en “Sean para Andalucía libre, ‘los pueblos’ y la humanidad”. Pero volvamos al estrambote de lo políticamente correcto. No sé si los autores de esta modificación se han dado cuenta, pero están a un cuarto de hora de que algún observatorio de la Junta les meta mano por machistas. Eso de que sólo las andaluzas se levanten es una grosera invitación a que los andaluces se queden un poco más en la cama, mientras que la parienta les prepara el desayuno. Una circunstancia intolerable.