La Voz de Almeria

Obituarios

Adiós a la escritora de los hombres y mujeres de la mar

Isabel López Alarcón fallece en Garrucha con varios obras literarias publicadas sobre un pequeño pueblo de pescadores

Isabel López Alarcón nació en 1943 en una familia oriunda de Carboneras.

Isabel López Alarcón nació en 1943 en una familia oriunda de Carboneras.

Manuel León
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Garrucha ha despedido a una pulcra narradora de vocación tardía. Se llamaba Isabel López Alarcón, desconocida en los grandes circuitos literarios, pero con una prosa honesta que fue cocinando a fuego lento a lo largo de su vida; que fue ungiendo a través de la observación, de los recuerdos y de las palabras que le fueron transmitiendo sus mayores. Porque, a la postre, a la hora de la verdad, todos somos de donde venimos. Isabel venía de la mar, era un hija pura de la mar, de la playa, de la barca, de la almadraba, de la mamparra y de la vaca; si alguien quisiese saber cómo fue esta vecina de Garrucha, solo tiene que empaparse de sus libros: 'La mar, Carboneras, Garrucha y el tiempo’ y ‘Bésame mucho’.

En ambos, mezcla la historia con su historia, como si cerrara y abriera un abanico. Se ha ido, por tanto, una autora con impronta; pero también una vecina del pueblo, familiarizada con el Malecón, donde era habitual verla caminar, y sobre todo con el oficio de pescador, a través de la larga saga de Los Sordos con orígenes en Carboneras. Ella, precisamente en esos dos libros que nos lega, además de otro denominado ‘El pueblo unido’, hace de escriba de esa caudalosa familia que ha patroneado barcos legendarios como El Clavel o El amanecer de Mayo; ella ha narrado ese tránsito de playa a playa, de costa a costa, desde Carboneras a Garrucha, en la dura postguerra, justo cuando ella nació, en 1943, en la calle Cervantes.

Aprendió sus primera letras en el Colegio Virgen del Carmen de las monjas de Garrucha y a los 20 años adoptó la decisión de ingresar en la Escuela de Maestría Industrial de Almería, formando parte de la primera promoción de mujeres que cursaron estudios de Formación Profesional. Después, consiguió el título de ingeniera técnica industrial en Tarrasa. Pero a pesar de su formación técnico, Isabel siempre alimentó una pasión callada por la literatura, por la escritura, y colaboró en los años de la Transición con la revista Cambio 16, publicando también relatos cortos en el Grupo Nervión de Sevilla.

Isabel era hija de Juan el Sordo y de Isabel la Molinera y su escritura, por encima de todo, tiene en cuenta a sus mayores, tejiendo momentos de nostalgia, analizando el paso del tiempo y sobre todo descifrando los misterios de la mar; contándonos al oído cómo era la pesca en Carboneras, cómo era en Garrucha, donde arribaron Los Sordos buscando el refugio de su puerto.

Y pinta con palabras, Isabel, en esas páginas salidas de su talento, cómo eran las costumbres antiguas que ella conoció de niña: los noviazgos, las bodas, los platos antiguos, las diversiones, la política. No enmascara su rol de mujer de izquierdas, su naturaleza proletaria en un tiempo en el que la mar era el sustento, pero también podía ser la sepultura. Los levantes, la Costa Afuera, los marineros, la valentía de los marengos frente al oleaje, la soledad de la proa y la de la popa, todo eso tan desconocido para muchos y tan conocido para ella por lazos familiares. Se ha ido Isabel, garruchera de pro, con un poco de alma carbonera; se ha ido en estos días fríos, cuando el oficio de su padre atraviesa por hora bajas; se ha ido, pero nos deja a los garrucheros un pequeño mundo de nudos marineros, de borias, de ranchos y de naufragios, de olor a escamas y a estopa, de hombres con botas de agua y salitre en las manos, todos esos detalles que retratan la más pura esencia garruchera y que estarán para siempre en sus páginas, aunque ella se haya ido.

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