La Voz de Almeria

Obituarios

Adiós al rey de los electrodomésticos de Almería

Sebastián Moyano, el de Todo-ba y Cealsa, hizo un pequeño imperio del comercio desde un almacén al lado de la Plaza Pavía

Sebastián Moyano Alvarez, en su despacho del Polígono San Rafael, en el año 2007, al fondo la playa de Mónsul.

Sebastián Moyano Alvarez, en su despacho del Polígono San Rafael, en el año 2007, al fondo la playa de Mónsul.

Manuel León
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Sebastián Moyano Alvarez, que se acaba de ir con poco más de 70 años, se convirtió en su tiempo en el rey del electrodoméstico en Almería gracias a su obsesión por cuidar los detalles. "Sueña en grande, actúa en pequeño", es una frase atribuida a Robin Sharma, que Sebastián parecía seguir a rajatabla. Lo visité varias veces en su despacho del Polígono de San Rafael de Huércal de Almería, hace ahora veinte años, donde tenía su cuartel general. Miraba con naturalidad con sus ojos azules, sentado en un sillón de patriarca, escoltado por un banderín del Barça y un paisaje de Mónsul. "Estoy encima de todo, no por desconfianza, es que soy así", decía. Y también decía, aún lo tengo garabateado en una libreta: "En el comercio, desde los fenicios, hay que ser honrado y con una vocación total de sacrificio y, sobre todo, confiar mucho en las personas que eliges". Su vida, durante un tiempo -como comerciante con ambiciones- fue una maleta y tenía que creer en su plantilla.

Nació charnego, Sebastián Moyano, el de los célebres Todobá, donde lo mismo comprabas una radio que un lavavajillas; nació en  Barón de Viver, un barrio de aluvión barcelonés, junto a Santa Coloma, sembrado de andaluces como sus padres, quienes hicieron el hato desde un pueblecito granadino llamado Cherín. En aquella Cataluña, la de ese Manolo Vital de Torre Baró ahora retratado en el cine, vivió 20 años Sebastián, entre Santa Coloma y San Andrés, donde se marchó con su padre que trabajaba en la Pegaso y donde la familia llegó a regentar una pequeña bodega. Con 12 años Sebastián ya despachaba chatos de vino peleón. Después estudió maestría de noche, se hizo delineante, pero Almería se le cruzó en el camino: le hicieron una oferta como delegado en esta provincia del grupo de electrodomésticos Orbaiceta, que regentaba la marca Corcho. Y hasta Almería llegó con su esposa María José. Era 1976 y se puso a vender lavadoras y frigoríficos como un poseso por toda la ciudad, compitiendo con negocios más consolidados como Electroaltamira o Bazar Almería.

Empezó en la calle Carreterías, junto a la Plaza Pavía, con un pequeño almacén, un camión y la ilusión de un primerizo aunque no lo era. Abrió tiendas Todo-ba por toda la ciudad, incorporando también artículos de regalo y decoración. Con el tiempo se hizo con la presidencia del Grupo Cealsa, que fue la primera cadena de distribución de electrodomésticos de Andalucía Oriental y de Canarias, con más cien empleados y se hizo también con la presidencia de Segesa, la mayor central de electrodomésticos de España en esa época. Aunque, su pasión, además del comercio, fue el fútbol y el Almería, al que contribuyó a darle fuerza y músculo en distintas etapas, desde la Regional. Con el tiempo, le pasó factura, como a tantas empresas, la crisis inmobiliaria y tuvo que plegar velas. Sebastián contribuyó a modernizar el comercio almeriense desde los mimbres de una empresa familiar, desde que que empezó a saber del valor del esfuerzo y de las cosas pequeñas, cuando empezó a servir vino alpujarreño siendo un chiquillo en una pequeña bodega alimentada por emigrantes llegados del sur. Descanse en paz Sebastián Moyano, el rey de los electrodomésticos de Almería. 

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