Sí papá, hoy se cumplen 20 años desde que te fuiste para siempre, y aquí seguimos recordándote como si estuvieses todavía entre nosotros. Honrado, trabajador, buena persona, siempre dispuesto a ayudar, nos diste a todos una gran lección en valores, ahí tu tenías matrícula de honor, aunque no pudiste ir a la escuela. Nunca podremos agradecerte lo suficiente aquella acertada y valiente, a la vez que dura decisión, de dejarlo todo en tu pueblo querido, y desplazarte a la capital para que mi hermana pudiese estudiar, con el propósito de buscarnos un futuro mejor, y así ahora, ser lo que somos. Estás presente cada día, en todo lo que hacemos, con esa sensación de que siempre te sentimos cerca de nosotros para que todo nos vaya bien. Te fuiste sin querer molestar, a pesar de lo duro de tu enfermedad. Tu nos enseñase a ser feliz con lo que uno tiene. El tiempo que hemos compartido contigo ha sido toda una lección de humildad y de saber estar, que nos acompañará siempre en nuestras vidas, todo lo que hemos vivido contigo ahora son maravillosos recuerdos. Me hubiese encantado que conocieras a los otros nietos que llegaron después de marcharte para siempre, a Elena y a mi pequeño, que muy orgulloso, lleva también como yo, tu nombre, y que sepas que ya sabemos donde estás, siempre que miramos al cielo y vemos esa estrella que tanto brilla. Quédate tranquilo papá, una persona como tú nunca se olvida, sólo se aprende cada día a vivir sin tu presencia. Gracias papá por lo que somos, por lo que nos enseñaste. Gracias por cuidarnos a todos, a tu inseparable esposa Rosario, a mi hermana y a todos tus nietos. Te extraño todos los días de mi vida, pero hoy me apetecía recordártelo un poco más.