Hace dos días despedimos a Paco Alcaraz, un sempiterno joven de ochenta años capaz de empujar a los que teníamos muchos menos edad que él. Desde hacía muchos años era un miembro más del Grupo Ecologista Mediterráneo, con él compartimos mucho trabajo, mucho esfuerzo en la búsqueda de una sociedad mejor y más justa. Es difícil despedirse de alguien con la capacidad de compromiso que siempre nos demostró. Como es difícil encontrar personas que, creyendo en un ideal, sean capaces de llevar su compromiso tan lejos como lo hizo Paco. Era sin duda un hombre peculiar porque emanaba fuerza, empujaba siempre, sumaba en todo momento para conseguir los objetivos que el grupo se proponía, ya fuera salir a inspeccionar alguna irregularidad, por lejos que estuviera, o vendiendo participaciones de lotería para sustentar los gastos. Pero sobre todo era una persona íntegra, honrada a carta cabal, enemigo de la intriga o de la mentira. Su arrojo le supuso algún que otro encontronazo con la realidad y con los que nunca quieren que la Naturaleza gane sus partidas, pero seguía adelante porque sumaba ilusión a su trabajo. Paco Alcaraz ha sido por encima de todo una buena persona, con esa capacidad para entregarse que sólo tienen los hombres y las mujeres de verdad. Los recordaremos con esa vehemencia con la que defendía su querido medio ambiente almeriense, ese íntimo convencimiento de que estaba poniendo de su parte para que todos los almerienses podamos seguir disfrutando de los encantos de esta tierra. Trabajó codo con codo con todos nosotros, se entusiasmó más que nadie con los éxitos en esa ingrata tarea de defender el bien común, sufrió como el que más cuando las cosas no salían como hubiéramos querido, pero por encima de todo nos quiso al menos tanto como nosotros lo quisimos a él. Descansa en paz, amigo, será muy difícil sustituirte, pero mucho más olvidarte.