Cada noche miro al cielo y veo las estrellas, tan bonitas, pero siempre hay una que reluce más. Esto pasa también con las personas, hay gran cantidad de éstas, pero no todas iguales. Porque con tanta bondad, con las cosas tan claras como las tenías tú, con ese espíritu luchador, con la unión que hacías de la familia, no hay nadie como tú abuelito, si algo te define es lo bueno que eres, y no hablo en pasado porque tú no te has ido, tú estás día a día con nosotros, dentro de nosotros, en el lugar más grande que nos has hecho tener, nuestro corazón. No nos vamos a engañar, hay un gran vacío, que era el que tu ocupabas en nuestras vidas, pero tú nos enseñaste que hay que ser fuerte y seguir hacia adelante, luchando para vivir, como lo has hecho tú. Cuando miro a la glorieta puedo verte sentado en la esquina del Ayuntamiento. Recuerdo cuando todos tus nietos jugábamos allí y nuestras madres o padres nos regañaban y decías no le regañes al niño/a, siempre protegiéndonos. Abuelito, eres un ejemplo a seguir, te quiero y siempre te llevaré en mi corazón. Tu nieta que te quiere, María del Mar.