Es lo más complicado que vamos hacer en nuestra vida, porque no hay palabras en el mundo para agradecer a una madre, lo que hace con sus hijas. Desde que éramos pequeñas, renunciaste a todo lo que podías haber sido, a todo lo que podías haber hecho, a tu vida, simplemente por nosotras. Dejaste todo para dedicarte en cuerpo y alma a hacer de nosotras las hijas que somos ahora. Las cualidades que tenemos ahora son todas gracias a ti. No nos quitabas los ojos de encima ni un sólo momento, en la etapa de la adolescencia, recordamos tu sobre-protección, tenías un miedo horrible, a que alguien o algo pudiese hacernos daño y ahí estarías tu para impedirlo, hoy lo entendemos. Valor personal la entrega sin límites, amor, el cariño que nos has dado jamás podremos olvidarlo. Ese afecto y protección que nos has dado, siempre renunciando a todo. Ese amor incondicional de un inmenso valor, que a veces nos da la sensación que no te hemos agradecido o nos quedamos con el miedo de no habértelo demostrado como deberíamos. Legado y gran fuerza Tu solidaridad, tu afecto con los demás, la protección a los tuyos nos lo has transmitido desde siempre y no te lo hemos agradecido lo suficiente. La fuerza con la que has levantado esta familia ha sido nuestro mayor ejemplo durante años y has conseguido dejar ese legado en nosotros. Nos vemos todos los días cuidando y defendiendo a la gente que queremos con uñas y dientes, con una entrega desorbitada que sólo tú nos has enseñado a tener. Todo cambió el día que nos dijeron que sufrías Alzheimer, ¡maldita enfermedad! Recuerdo que íbamos deambulando por el hospital pensando... ¿y ahora qué? ¿En qué momento nuestra madre dejará de conocernos? Pero mamá, nosotras tomamos una decisión: ¡quererte mucho, muchísimo! Como tú te merecías demostrártelo cada minuto del día. No había tiempo para entristecerse, ni lo había para desaprovecharlo. Queríamos que fueras la persona más feliz del mundo, que disfrutaras de fiestas familiares, de risas y... hasta que la enfermedad te dejara. Le explicamos a papá y a la tita Ana tu enfermedad, dijeron que la entendían, aunque nosotras sabíamos que no, pero todos te apoyamos. La enfermedad y su causa Fuistes pasando por las diferentes etapas de la enfermedad, alucinaciones, agresividad, olvidar hablar... Murió papá, y su ausencia no echaste de menos, preguntabas que quien era ese hombre, empezó la etapa de no conocernos. Al poco tiempo entraste en la Residencia Asistida de Diputación, que desde estas líneas agradecemos a todo el personal, el trato que han tenido con nuestra madre durante los años que ha residido en ella. Queríamos que fueras la persona más feliz del mundo, que disfrutaras al máximo, de risas y sobretodo de tus nietos Antonio Jesús, Aurora y Rafa... aunque al día siguiente no los recordaras. Aquí estábamos nosotros para devolverte un poquito del sacrificio que durante toda la vida tú has hecho por nosotros. Querida mamá estamos muy orgullosas de ti, solo te pedíamos que lucharas todo lo posible para vencer a esta maldita enfermedad, y lo has hecho estupendamente, hasta el final. Has tenido una familia que te hemos adorado y que te hemos querido con locura y estaremos siempre contigo. Tus hijas Encarni y Mª José Cazorla Tovar.