Hoy es día 4 de agosto, hace un año que te fuiste y aún no me lo creo. Te echo mucho de menos, cada vez que miro para tu habitación ya no estás. Me acuerdo aquellos años que viví contigo, la infancia que nunca olvidaré, me hiciste la niña mas feliz del mundo, siempre dándome besos, abrazos y haciéndome reír Todo el mundo te quería, ayudabas a mucha gente, aunque nunca te lo agradecieron, y nosotros mucho más. Me acuerdo de aquél día cuando me agarraste la mano con todas tus fuerzas y me dijiste, con voz temblorosa: “Sonia, te quiero y hazle caso a tu madre”. Él se refería a mi abuela, sentí como lentamente me dejabas de apretar la mano ya no te quedaban fuerzas y te miré a los ojos, los cuales lentamente se te fueron cerrando y ya no volvimos a vernos más. Yo sé que él, desde donde esté, me está haciendo mas fuerte, para que luche y consiga mis sueños, el cual uno de ellos antes de marcharse le prometí. Abuelo, quiero que sepas que estés donde estés te queremos y que jamás te vamos a olvidar. Mi hijo, con solo 6 años, también se acuerda de ti; tu biznieto el otro día miró al cielo y me preguntó: “Mamá, donde esta el abuelo?”, y yo le dije: “Cariño, ¿ves esa estrella de allí la que mas brilla? Ese es el abuelo”, y me dijo: “Pues no voy a dejar de mirarla a ver si vive otra vez”. La abuela tiene sus bajones, pero ahí estamos nosotros para levantarla. Y yo gracias a ti, hoy soy feliz. Gracias por enseñarme a vivir y a valorarme. Te queremos.