Vámonos de certezas

Mientras Sánchez sea presidente, las cosas nos irán mal o muy mal, esto sí que es una certeza.

José Fernández
09:00 • 31 dic. 2022

Tiendo a prevenirme de las personas cargadas de certezas. Nada hay más aburrido que tratar con alguien capaz de atesorar certidumbres sobre todos los asuntos, por intrincados o nebulosos que nos parezcan. Y lo digo precisamente ahora, que estamos subiendo el puerto de los triglicéridos flanqueados por compañeros de sobremesa que lo saben todo de todo y también de todos, como alardeaba el amablemente recordado ministro Rubalcaba.






Sin embargo, hay escenarios en donde la seguridad del criterio se valora y agradece, como las consultas médicas, el saldo bancario o los test de embarazo. Y llámenme loco, pero uno estaría por añadir la gestión gubernamental a esta lista, porque en ese terreno la certeza no sólo es necesaria, sino que además es exigible. Pero por desgracia, el batiburrillo gubernamental del PSOE y sus arrabales antisistema han hecho de la mentira y la incertidumbre su entorno natural. Ya nadie (salvo las excepciones explicadas en la necesidad de mantener el sueldo y el cargo o en la esperanza de alcanzarlos) puede creer ni una palabra de lo que diga Pedro Sánchez, especialmente cuando pone voz de tocino de cielo.



No hay semana en que los hechos, la hemeroteca o sus propios socios pongan a este hombre en evidencia y diagnostiquen la gravedad de la situación por la que va a seguir atravesando España mientras alguien como él siga al frente del Gobierno. Hace unos días Sánchez anunció solemnemente el final del llamado proceso catalán, y a las pocas horas salió el presidente de esa región autónoma a anunciar un referéndum de independencia.






Despreció la sugerencia de la oposición de bajar impuestos por ser una medida irresponsable, para pasar a anunciar una bajada de impuestos por ser una medida progresista. Y esto tan sólo en los últimos días. Quién sabe qué nos traerá el futuro, pero mientras Pedro Sánchez sea presidente, las cosas nos irán mal o muy mal. Y por desgracia esto sí que es una certeza. 





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