El miedo a la libertad

Manuel Lucas Matheu
07:00 • 17 may. 2021

Erich From, en su libro “El miedo a la libertad”, decía: "que el peligro más serio para la democracia no es la existencia de Estados totalitarios, sino la existencia en nosotros mismos, de ciertas actitudes personales que nos conducen a rehuir la libertad y adoptar el sometimiento.”. 


Cuando se viven tiempos de crisis económicas, sanitarias, etc., sobre todo en una sociedad como la nuestra, con escasa resistencia a la inseguridad, y con una obsesión compulsiva generalizada por el mito de la seguridad absoluta, las personas están mucho más dispuestas a cambiar monedas de su libertad, por monedas de seguridad. Después del Crisis de 1929 o La Gran Depresión, Hitler dio seguridad a la población de Alemania, asegurando que todos los que fueran de la “raza perfecta” (según Hitler, la aria) tendrían un lugar en la sociedad. Y Hitler llegó al poder con la fuerza de sus votos. 


Así se genera un caldo de cultivo de las dictaduras y también de los populismos, de todos los colores. Estamos ahora con ese caldo de cultivo en su plenitud. Lemas con soluciones simples para problemas complejos, calan fácilmente en las mentes ávidas de certidumbres. Trump, Bolsonaro, Putin, Maduro, etc., proliferan, con gran apoyo de votantes, para luego intentar ahogar su voz, como ya han hecho Putin y Maduro, como lo ha intentado hacer Trump, y como lo intenta Bolsonaro.  El miedo a la libertad y una época inédita, de crisis económicas y sanitarias simultáneas, son sus aliados.



Pero quizás lo más novedoso de los populismos, sea usar la trampa de la libertad, en lugar de la trampa de la seguridad. Los populismos que tradicionalmente han ofrecido seguridad, aprovechan los confinamientos pandémicos, para ofrecer libertad. Libertad, que igual que la supuesta seguridad, del populismo, son una verdadera engañifa, pero que atrapan las mentes miedosas, y también ahora hastiadas, de tantos límites impuestos por un necesario y salvador confinamiento. 


También From decía “que millones de personas compartan las mismas formas de patología mental, no implica que estas personas estén cuerdas”. Viendo los resultados, los miles de alemanes que votaron a Hitler, no parece que estuvieran muy cuerdos cuando lo hicieron. Viendo a todos las personas que, bajo el reloj de la Puerta del Sol, como si fuera Nochevieja, a merced de un acechante coronavirus, gritaban enloquecidos ¡libertad!, tampoco parecían muy cuerdos.



De modo que los populismos, que durante tanto tiempo utilizaron el miedo, ahora enarbolan una libertad de pacotilla. Y obtienen pingües beneficios electorales, pero su libertad se parece muy poco a la libertad. Pero ese es otro tema.





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