Mujer y costalera: las almerienses que rompen etiquetas en las cofradías

“Hemos tenido la suerte de contar con diez nuevas incorporaciones en nuestra cuadrilla”

Lidia, Mari Carmen, Macarena y Sandra son costaleras de La Borriquita de Almería.
Lidia, Mari Carmen, Macarena y Sandra son costaleras de La Borriquita de Almería. La Voz
Miguel Delgado Cerero
20:59 • 17 mar. 2022

La figura femenina en el interior del engranaje de las organizaciones siempre ha sido motivo de controversia y debates carentes de algún fundamento lógico. Esta anomalía también se presenta en el interior de las hermandades. Sin embargo, la provincia almeriense se configura en la actualidad con un oasis de inclusión con respecto a otras provincias andaluzas, donde las mujeres no goza del papel protagonista en el devenir diario de las cofradías.



Romper estereotipos



Es posible que el imaginario colectivo todavía adopte ciertos roles a determinados trabajos que mantienen relación con la Semana Santa. Un ejemplo de ello es la labor que desarrollan los costaleros, o costaleras, durante los desfiles procesionales. Maria del Carmen Madrid, Macarena Giménez o Lidia Madrid son un claro ejemplo de las muchas almerienses que rompen estereotipos en Almería. Las tres comparten la devoción a sus titulares y también el afán por querer enfundarse, cada Domingo de Ramos, la faja y el costal para realizar su estación de penitencia desde el interior de las parihuelas de la Virgen de la Paz.



“Desde pequeña, mi familia siempre ha estado ligada a las hermandades; recuerdo que mi madre nos bajaba a ver los pasos algunos días y así poco a poco nos fuimos metiendo en el mundo cofrade”, relata Maria del Carmen Madrid haciendo de portavoz de sus tres compañeras. “Vivo muy cerca de Los Molinos, donde hay otra cuadrilla de costaleras en Almería, y es ahí donde comienza el hormigueo de la posibilidad de poder salir, cosa que en el resto de Andalucía es muy difícil verlo. En el caso de Macarena, su tradición hunde sus raíces familiares en su abuelo y su padre, Francisco Javier Giménez, capataz de la propia cofradía. Quienes le transfirieron a través de las generaciones su forma de vivir y celebrar la Semana Santa.



Sin embargo, con gestos tan sencillos como es el de normalizar que cualquier actividad puede ser desarrollada por cualquier tipo de persona, hace que en el interior de las cofradías, tradicionalmente marcadas por ser entes conservadores, se respire el avainillado aroma de la igualdad y se consiga mayor porcentaje de integración en el interior de las mismas. Dando la oportunidad a quienes lo deseen de formar parte de los diferentes cortejos.



Dos años en blanco



Tras dos años de pandemia, las ganas y la ilusión han conseguido permanecer intactas a juzgar por el brillo de sus ojos, fiel espejo que refleja las ganas de volver a la vieja normalidad que se perdió hace ahora dos años. Aunque en este período de de tiempo física. “Por suerte, nosotros hemos hecho dos ensayos con la Virgen y han sido dos ensayos muy buenos y muy fuertes. El primero de ellos sí pasó factura al día siguiente pero el segundo todas nos hemos levantado mucho mejor, eso es así porque el ensayo fue bueno a pesar de la dureza que supuso el ejercicio”, señala Giménez. “El capataz nos prepara muy bien físicamente de cara al Domingo de Ramos”, sentencia Madrid.



Cantera

Poder contar con un grupo de jóvenes que muestren interés por las tradiciones y la idiosincrasia propia de las cofradías es la joya a la que aspiran. No tanto por fomentar el interés por las trabajaderas sino con el objetivo de implicar a la juventud en el resto de tareas que las hermandades y cofradías realizan durante todo el año. La celebración de los cultos o la puesta a punto de los enseres durante la cuaresma o hacerles partícipes en la acción social son solo algunas de las actividades donde más participación juvenil existe. Sin embargo, las trabajaderas tampoco pasan desapercibidas, tampoco en estos 24 meses marcados por la Covid. “Todas aquellas que se quedaron a las puertas de la pandemia son las que han entrado ahora. Este año hemos tenido la suerte de que hemos tenido unas diez nuevas incorporaciones", detallan.


Pandemia

Decir que la pandemia ha afectado al trabajo que se realiza debajo del los pasos procesionales, es solo señalar la realidad de las consecuencias de la situación sociosanitaria que aún seguimos atravesando. De hecho, existe un protocolo preventivo frente a la Covid-19 para poder desarrollar los ensayos con medidas de seguridad que ha sido detallado por la Junta de Andalucía. Y prima la importancia de tener la pauta de vacunación completa, el uso de mascarillas en los costaleros y tener el certificado covid. 


Sin embargo, la realidad actual permite hacer flexibilizar las medidas más severas cuando el costal comienza a rozar las trabajaderas de madera. "Todas usamos mascarillas, pero, si en mitad de camino nos vemos demasiado apuradas, sobre todo las que van en corriente; es decir las que van justo en medio de la parihuela, solemos preguntar a nuestras compañeras si les importa que nos la bajemos unos instantes. Si no esto no sería llevadero", señala Macarena. "Yo pensaba que me iba a costar más adaptarme a la mascarilla, pero hasta ahora lo he llevado muy bien, no molesta tanto como esperaba", apuntilla Mari Carmen.


En todo este período de tiempo, el parón que ha sufrido la actividad de las cofradías ha sido muy notable. Pero durante estos años una de las actividades que no ha echado el freno ha sido la acción social de las cofradías, donde la inmensa mayoría han sabido convertir su estación de penitencia en cubrir las necesidades de los más vulnerables. Ahora, ese trabajo se ve recompensado por toda esa labor anónima que dará sentido al retorno de los desfiles procesionales en las calles de Almería y su provincia. Cuya raíces se hunden en la transversalidad de las generaciones, de las costumbres y de las tradiciones. Y que volverá a poner nazarenos en la calle para recordar el sentido de la fiesta que no entiende de etiquetas.



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