Paula Mandarina: “Vivir del cuento es un poco más duro de lo que parece”

Entrevista a la narradora oral, quien trabaja a diario para que los cuentos cobren vida

Paula Palomo está afincada en Almería y cree firmemente en la cultura como alimento del alma (Foto: @blowupphotoalmeria).
Paula Palomo está afincada en Almería y cree firmemente en la cultura como alimento del alma (Foto: @blowupphotoalmeria).
Marta Rodríguez
07:00 • 10 oct. 2021

Sus ojos son tan expresivos como los de cualquier personaje de un cuento infantil. Paula Palomo -conocida por el gran público como Paula Mandarina- trabaja a diario para mantener viva la narración oral. Acude rauda y veloz a relatar historias en colegios, monumentos, parques y bibliotecas y no solo vive del cuento, sino que hace llamar a sus seguidores 'mandariners'.






¿Cuántas veces la han acusado de vivir del cuento?



¡Muchas! Yo intento explicar en qué consiste mi trabajo y todo aquello que no se ve. Vivir del cuento es un poco más duro de lo que parece.



Volvió a la narración en un momento de abandono, ¿qué moraleja extrajo de aquello?



Que estaba destinada a ello y que los escenarios y el contacto con el público forman parte de mi ser.



Va de gira cual estrella del pop, pero ¿se pagan las facturas contando cuentos?



Hay meses en que se pagan con más desahogo y meses en que cuesta más, pero por ahora vivo del cuento.


¿Por qué Paula eligió la mandarina?

Fue una anécdota de mis comienzos aquí en Almería. Un día que estaba preparada para contar se me acercó un niño que insistía en saber mi nombre. Yo le indicaba que cuando empezase me presentaría y sabría mi nombre, pero el pequeño escuchador de cuentos insistía en conocerlo. Aquel día estaba comiendo una mandarina y, para que se quedase pensando, le dije que me llamaba Mandarina. Al empezar la actuación, dije: ‘Voy a presentarme, yo me llamo…’ y mi pequeño espectador gritó: ‘Mandarina’. Eso causó risa y a mí me pareció bonito empezar con el público riéndose. Lo probé en varias ocasiones y hacía gracia. Empezar con una sonrisa es mejor; además, es una palabra muy bonita.




¿Con qué cuento se quedaba dormida siendo niña?

¡Oh! No tuve la suerte de que me contaran cuentos. Ojalá tuviese un cuento que me recordase a mi infancia. Empecé en los cuentos como lectora antes que como escuchadora


En la sociedad de los ofendiditos, ¿vamos camino de eliminar a los enanitos del cuento de Blancanieves?

¡Uf! Y muchas cosas más. Tenemos la piel muy fina y cuesta incluso contar cuentos de la tradición oral. Ahora los lobos deben ser bondadosos y las brujas bonitas y educadas. 


Si pudiese convertirse en un personaje de cuento, ¿cuál sería?

Sin duda, Alicia en el País de las Maravillas.


¿Le cambiaría el final a algún cuento?

Sí, lo he hecho varias veces. Hay historias maravillosas mal resueltas. 


¿Cómo compite una narradora oral con los ‘youtubers’?

No creo que seamos competencia, bebemos de lenguajes muy diferentes. El ‘youtuber’ se expresa tras una pantalla sin tener un contacto directo con sus seguidores; nosotros, los narradores orales, necesitamos del público para hacer nuestro trabajo, pues los cuentos e historias que contamos se nutren de las reacciones del público en el momento directo de la escucha. 


Aunque también tuve mi momento ‘youtuber’ durante el confinamiento y me lo pasé muy bien. Contaba cuentos a diario para que las familias los disfrutasen y se les hiciese un poquitín más llevadero el encierro. Recibí comentarios muy bonitos y muy buena aceptación por parte de las familias. Yo llamo a mis seguidores ‘mandariners’. (Risas).




Visita a menudo colegios, ¿le faltan a los maestros del siglo XXI dotes de cuentacuentos?

Pienso que los maestros deben utilizar los cuentos y los álbumes ilustrados en el aula, pero no considero que deban ser buenos narradores, aunque si lo son, mejor. La narración oral, como cualquier otra disciplina escénica, requiere de un lenguaje escénico, de una escucha activa por parte del narrador, de un repertorio narrativo y saber transportar al público a la historia sin elementos escénicos o con poco. 


En el aula los libros deben trabajarse a través de actividades de animación a la lectura y lo que sí considero muy importante es que los maestros del siglo XXI deberían ser conocedores de la literatura infantil y juvenil que hay en el mercado y de cómo acercar esos libros a los alumnos. Sin embargo, la narración oral es otra cosa.


¿La hija de Paula Mandarina tiene enchufe y disfruta cada noche de un maratón de cuentos o, como dice el refrán, en casa del herrero cuchara de palo?

En mi casa cuento pocos cuentos, pero sí leo muchos, son cosas diferentes. Cuando contamos, como te decía antes, guiamos y llevamos a la persona que escucha al escenario de la historia y a lo que les sucede a los personajes; esto requiere que la historia escrita deba ser llevada a lenguaje oral y no tenemos soporte visual, solo las palabras.


En cambio, cuando leo cuentos, me limito a reproducir en voz alta las palabras que otros escribieron por mí, además de leer las ilustraciones en el caso del álbum ilustrado.


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