Historias almerienses sobre el paisaje (XVI): Ciudad a la fuga

Una serie que aspira a intervenir en la percepción de la realidad geográfica y territorial

Desplazamiento histórico del centro urbano (manzanas consolidadas).
Desplazamiento histórico del centro urbano (manzanas consolidadas). Rodolfo Caparrós
Rodolfo Caparrós
07:00 • 22 ene. 2021

Esta serie se iniciaba, allá por el mes de septiembre del ominoso, con un artículo denominado “a la defensiva”, en el que se proponía una travesía temporal por las circunstancias militares de la ciudad de Almería. Como bien sabía Italo Calvino (las Ciudades Invisibles), en una ciudad siempre se dan cita circunstancias diversas, especialmente cuando esa ciudad es milenaria, como la nuestra. Así que voy a dedicar varios artículos a enfocar algunos aspectos característicos de la ciudad.

Un crecimiento focal



Con independencia de que en su solar hubiera algún tipo de asentamiento anterior, que, en todo caso, no sería de gran entidad, la ciudad de Almería se funda como madinat con el cerramiento de las murallas desde el cerro de la Alcazaba hasta el mar (955). No hay que insistir en que los fundadores no eligieron el emplazamiento pensando que la ciudad llegaría a acercarse a los 200.000 habitantes. Lo eligieron para cumplir con las funciones para las que se fundó. El caso es que su emplazamiento original, entre el mar y las estribaciones surorientales de la sierra de Gádor, ha condicionado de una forma severa su devenir histórico. La ciudad de Almería solo podrá extenderse en un cuadrante (90º). Su crecimiento, en cualquiera de sus fases, implicará un progresivo abandono del núcleo original: una ciudad que al crecer se desarticula plantea retos de diseño y planificación que históricamente no hemos sabido enfrentar. Para enfatizar ese aspecto, con frecuencia soslayado, he hablado de Almería como ”la ciudad que no supo crecer”.





Un metabolismo canibal



En ese crecimiento focal, la trama de la ciudad se encuentra con distintos obstáculos: la red hidrográfica, con todas sus huertas asociadas, las carreteras que conectan la ciudad con el exterior, que son también soporte de un asentamiento espontáneo de naves, almacenes y talleres. Más tarde, la vía férrea que, inevitablemente, discurre por el cuadrante de crecimiento de la ciudad, estableció un corte en la trama que todavía no hemos superado, y sirvió también de base para la ubicación de actividades fabriles (los talleres de Oliveros o la Celulosa, entre otros). De esta manera, el crecimiento de la ciudad fue fagocitando sus propias funciones, produciendo mecanismos de revalorización y captación privada de las rentas de ese crecimiento: cualquier hortelano, dueño de taller o de almacén, o actividad industrial, veía incrementado su patrimonio por la revalorización urbana de sus fincas, lo que le permitía reproducir su función en otro emplazamiento, obteniendo un excedente que, con frecuencia se reinvertía en bienes urbanos. Ese proceso autófago de crecimiento de la ciudad es lo que denomino metabolismo canibal.







Una centralidad a la fuga
Los condicionantes topológicos y el crecimiento focal no son atributos exclusivos de la ciudad de Almería, pero sí son muy característicos, y suponen un marco singular. Cualquier reflexión urbanística debería partir de la constatación de este hecho. Sin embargo, en los sucesivos actos de planeamiento urbanístico, el problema de la centralidad decreciente de la ciudad no ha tenido suficiente peso en la toma de decisiones, y no se han previsto operaciones de nueva centralidad. El resultado es que en el inevitable desplazamiento del centro medio pesado de la ciudad (calculado en cualquiera de sus magnitudes: manzanas consolidadas, techo construido, población asentada) no solo se han ido debilitando los centros históricos, sino que se han creado problemas de centralidad difusa en las nuevas áreas de urbanización. El centro medio pesado de las manzanas consolidadas de la ciudad, que se muestra en el mapa, ha ido desplazándose, desde el entorno de la Mezquita Mayor en la Almedina (entre la ermita de San Juan y el cuartel de la Misericordia) en su momento fundacional, hasta las inmediaciones del barrio de Regiones Devastadas, en la actualidad.



En estos momentos, en los que está tan de actualidad el problema del vaciamiento demográfico y funcional de los ensanches burgueses de la ciudad, convendría recordar que las fuerzas que decretan la decadencia de los centros en la ciudad de Almería son de carácter estructural, y que la corrección de las tendencias espontáneas de desarticulación urbana requeriría de mecanismos enfocados a la estructura de la ciudad, y no solo acciones paliativas en las zonas en decadencia.



La próxima semana, continuaremos con este acercamiento a la ciudad de Almería, e intentaremos identificar los momentos determinantes de su historia urbanística, hasta llegar a la situación actual.


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