Historias almerienses sobre el paisaje (I): A la defensiva

Una serie que aspira a intervenir en la percepción de la realidad geográfica y territorial

El mapa resume alguno de los items destacados de diez siglos de historia militar en la ciudad de Almería.
El mapa resume alguno de los items destacados de diez siglos de historia militar en la ciudad de Almería. Rodolfo Caparrós
Rodolfo Caparrós
14:41 • 24 sept. 2020 / actualizado a las 07:00 • 25 sept. 2020

La ciudad de Almería nos ofrece un auténtico catálogo de circunstancias defensivas, que se inician con su propia acta de fundación, en 955: el cerramiento de las murallas que descienden desde el cerro de la Alcazaba hasta el mar, cercando la medina. A esta muralla fundacional se suman otras, que dan protección a los arrabales de la Hondonada y el Oratorio. Este conjunto de murallas harán frente a diferentes asedios y ataques, unos exitosos, como el de la cruzada de 1147, otros frustrados, como el de Jaime II en 1309.



La ciudad fundada en 955 cumple ahora 1.065 años. De ellos, los primeros 524 (955-1489, con diez años de paréntesis cristiano) corresponden al periodo hispanomusulmán. 541 años dura su historia cristiana. En 203, cuando la ciudad cumpla 1.048 años, había pasado tanto tiempo bajo la media luna como bajo la cruz.






Momento crucial en la historia de la ciudad, la toma cristiana supone su refundación como un curioso presidio al modo templario (de frailes y soldados), en frontera de moros, y con una retaguardia morisca. La catedral-fortaleza, el bastión occidental de la Alcazaba y la torre de Cárdenas son la expresión arquitectónica de un tiempo en el que la ciudad se sabe en permanente estado de sitio.



La mejora de las defensas de la ciudad, con el trazado de un nuevo lienzo de muralla, con bastiones o fortines adaptados a las nuevas capacidades artilleras, será una constante mientras persista su condicion fronteriza, bien avanzado el XVIII. A financiar las constantes reparaciones de las murallas se destina lo recaudado por el arrendamiento de los herbajes (pastos) del campo de Níjar, todavía bajo la jurisdicción de las tierras de la ciudad de Almería.

Modernidad ilustrada



El nuevo régimen borbónico introduce elementos de modernidad ilustrada en una sociedad variopinta que empieza a transitar por la historia a muy diferentes velocidades. El cuartel de la Misericordia “aterriza” en el solar de la Almedina, junto a y sobre lo que fue la mezquita mayor. “Solar de la Almedina” no es un recurso literario. El núcleo fundacional de la ciudad había sido devastado por sucesivos movimientos sísmicos, desde el de 1522, poniendo de manifiesto que también somos fronterizos en materia tectónica. Tampoco es un recurso literario lo de “aterriza”. La traza y la escala del cuartel dejan clara su condición exógena, y han condicionado severamente la reurbanización de lo que fue ciudad fundacional. Pero, paradojas de la historia, en una eventual desamortización militar reside la principal esperanza de una intervención urbana que reinicie el corazón de la ciudad, para beneficio de todos los almerienses.






El estallido del polvorín es la señal local del inicio de una revolución liberal y modernizadora que nos viene ocupando desde hace dos siglos, y que no acabamos de desentrañar. El fulgor y la conmoción de cada uno de sus episodios nos impiden apreciarlos como piezas de un proceso unitario, condición ésta que, no obstante, les aporta explicación y sentido.

Episodios
El desembarco de los “Coloraos”, el derribo de la muralla que abre paso al trazado del Paseo, el asedio naval de los cantonalistas de Cartagena,  el martirologio de la contienda civil (punto álgido de la dilatada revolución de la que hablamos), bajo las bombas aéreas y los obuses marinos, la recepción de los “desbandados”, el reencuentro con el subsuelo en los Refugios Antiaéreos, bajo los cimientos de la antigua muralla, los búnkeres costeros, las trincheras... datos de tiempos convulsos que hasta hace poco creímos superados.


De entre todos ellos, hay uno en el que merece la pena detenerse, por las consecuencias tan profundas como inadvertidas que ha deparado al funcionamiento actual de la ciudad de Almería: el campamento Álvarez de Sotomayor, hoy base de la Legión. Situado en el vecino término de Viator, su historia ha ido evolucionando, adaptándose a diferentes escenarios geopolíticos y estratégicos, siempre vinculados a los intereses españoles en el norte del África magrebí.


Lejos quedan los tiempos en los que los reclutas eran protagonistas de los fines de semana en el centro de la ciudad. El despliegue militar actual, más profesional y discreto, se diluye en Viator, en Huércal de Almería, en la propia ciudad y los núcleos de su municipio: en un pequeño aglomerado metropolitano que carece de elementos de ordenación adaptados a su nueva naturaleza.


Quizá eso explique el trazado de la Autovía del Mediterráneo en el tramo jocosamente denominado “Ronda de Almería”, tan útil para el embarque de tropas y enseres de la Base como irrelevante para la movilidad de una ciudad desbordada y desdibujada que sufre cada día las disfunciones ocasionadas por la carencia de un viario distribuidor de borde y, sobre todo, por la falta de una visión clara de sus necesidades y opciones.

Periferia
Almería es una ciudad a la defensiva. Otros aspectos (la gestión siempre crítica del agua, una cambiante estratificación social, el periferismo o “esquinamiento”, el vaivén de ciclos económicos exportadores, el vuelco de la población hacia la costa, el papel rector de su territorio, el desenvolvimiento de las funciones urbanas avanzadas, el establecimiento de una sociedad dual, el aislamiento, el desestimiento, el desbordamiento y la enajenación, la crisis del modelo agrícola almeriense...) tienen también una potente capacidad narrativa sobre nuestro “ser aquí”, y serán objeto de atención en esta colección. Pero seguramente ninguno explica tanto nuestro ser como la condición defensiva.


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