Gínés Cervantes. Una mirada juiciosa.

Presenta una nueva exposición en el Mueo de Arte de Almería: ‘Antológica’

Paraíso perdido (1984). Ginés Cervantes.
Paraíso perdido (1984). Ginés Cervantes. La Voz
Ramón Crespo
13:04 • 09 jun. 2018

Ginés Cervantes presenta, casi medio siglo después de iniciar su carrera como pintor, una nueva exposición en el Museo de Arte de Almería. Su título, Antológica, deja bien claro el interés del artista en seleccionar lo mejor de su obra, condicionado, tal vez, por las dimensiones de las salas del Museo y por la procedencia de los cuadros, ya que todos salvo uno pertenecen a la colección del artista. Teniendo en cuenta estas circunstancias ha hilvanado un discurso desde una juiciosa mirada crítica.



Ginés Cervantes vivió su juventud como lo han hecho siempre los artistas rebeldes, él tan desobediente y ajeno a las convecciones sociales. Primero en Valencia, donde estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes, y luego en Barcelona, una ciudad que por aquellos años era cosmopolita y moderna, como ninguna otra en este país. Ya entonces, era un buen lector, lo ha sido siempre, al que le gustaba recitar de memoria, a esas horas inciertas de la noche, poemas de Gabriela Mistral y de García Lorca.



A principios de los años 80 se incorpora a la vida ordenada y plácida de una ciudad de provincias como Almería, al mismo tiempo que toma posesión de la plaza de profesor de dibujo en un Instituto. Las sombras de los personajes fronterizos y su pasado bohemio reviven muy pronto en sus lienzos, en figuras y rostros ejecutados con una pincelada suelta, donde lo gestual se impone como el rasgo característico de un artista temperamental. Ese fervor por el gesto y lo matérico se modera en cuadros donde el dibujo perfila las figuras de faunos y doncellas. Un ejemplo es el extraordinario “Paraíso Perdido” de 1994, incluido en esta exposición, que recuerda la Suite Vollard de Picasso.



Aunque en sus inicios Ginés Cervantes fue un pintor figurativo sin embargo en “Naturaleza muerta con caracol”, de 1975, viene a constatar su dominio de formas y volúmenes y de los espacios compositivos. Una obra que dialoga con la pintura de las vanguardias artísticas y que podría anticipar la que será su etapa constructivista de comienzos de los años 90. Telas de gran formato, de “fieros e incendiarios cromatismos, cuya voluntad constructiva y cuyo trabajo con la espátula” lo acercan, según afirmaba Juan Manuel Bonet, a un pintor como Nicolas Stael. En “Puente de hierro, Evocación de un paisaje o Camino de los Escullos”, tres grandes lienzos abstractos de 1990, seleccionados para esta Antológica, la pintura tiene una dimensión “épica”, me atrevería a decir que suntuosa, fruto de la madurez del artista que reinterpreta con maestría la geografía de los espacios íntimos. De 1991 es “Abstracción en grises”, aquí las sutilezas del color y las evocaciones dotan a esta obra de un lirismo comparable al de Rafols Casamada o el huercalense Pepe Bernal.



Con una vuelta a los temas que más le han interesado: toreros, bailarines, músicos, pero desde una propuesta bien diferente, Ginés Cervantes utiliza la espiral, el arabesco o el adorno, en los cuadros que pinta en los años siguientes, y que tienen mucho de escenografía y de decorado teatral. La danza y, un paso más allá, la tauromaquia, serán asuntos tratados pictóricamente en torno a la figura geométrica, sin apenas volúmenes y con fondos generalmente planos. De hecho titulará una retrospectiva presentada en el año 2001, “Del círculo y la espiral”, aunque de este periodo no incluya ninguna obra en esta exposición.



Sí en cambio lo hace de su siguiente serie Tauromaquias con Muerte del Toro, 2001, una obra medular de un proyecto que incluía lienzos y aguadas y tintas sobre papel. En esta



composición, sobria y contundente, rojos y negros acentúan el dramatismo de la escena, y la alejan de la tradicional visión pictórica de la tauromaquia, tantas veces festiva y decorativa.



Dos cuadros también muy interesantes, que pueden ver en esta Antológica, son “Bodegón con pecera” (2007), una pieza clásica, y “Entreculturas” (2007), una máscara homenaje a las culturas primitivas, donde la presencia de Basquiat permanece agazapada entre los brochazos genuinos de uno de sus admiradores. Ambas obras pertenecen a la época de “Campos de Níjar, morada sin memoria”, una colectiva en la que Ginés Cervantes participó junto a Abraham Lacalle, Javier Huecas, Pepe Bernal y Paco de la Torre, en el año 2007. Gádor Sánchez Barazas, comisaria de la exposición, comentaba que la clave de la obra de Ginés Cervantes “es el sentimiento de angustia existencial, encarnada en imágenes deformadas como si la desazón interior, fuera capaz de modificar la configuración externa del sujeto y su entorno”.


En la línea de la pintura postmoderna que se aleja de la representación y consigue a través del simulacro expresar el mundo se encuentran obras como: “Verónica” (2007), un singular intento de desvelar los secretos de la belleza, tan inefables, y sobre todo “La mar” (2005), una construcción metafórica, donde la imagen cuestiona cualquier correspondencia con lo real.


La alquimia del dolor seguirá estando presente en otros cuadros como “Jirones” (2006), que se vincula igualmente a la línea metafórica, y “Joven enfermo” (2005). En el primero, el trazo de la escritura podría recordarnos a los grafitis, pero esa visión alucinada y delirante, y la misma composición del cuadro, sus múltiples sugerencias, lo distancia del arte urbano. En el segundo, utilizado como imagen publicitaria de la exposición, el rostro de un muchacho no esconde las marcas de la enfermedad ni las más profundas del alma.


La Antológica concluye con una serie de autorretratos, al pastel, realizados expresamente para esta muestra. Esta revisión de su obra se completará con una nueva exposición este mes de junio, en el Patio de Luces de la Diputación, donde se mostrarán sus últimas creaciones. Sin duda un merecido reconocimiento organizado por la Fundación Ibáñez-Consentino que publicará un catálogo con textos de Manolo Contreras, gran conocedor de la obra de Ginés Cervantes.


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