Emoción y letras en los Premios Argaria

El Gremio de Libreros de Almería entregó el sábado sus galardones en una gala para el recuerdo

Foto de familia de los ganadores y los finalistas de los Premios Argaria 2015, junto a los integrantes del Gremio de Libreros de Almería, que concede
Foto de familia de los ganadores y los finalistas de los Premios Argaria 2015, junto a los integrantes del Gremio de Libreros de Almería, que concede
Marta Rodríguez
13:00 • 13 mar. 2016

El capítulo de los Premios Argaria 2015 se escribió este sábado 12 de marzo, en el Museo de Almería, con una tinta hecha a base de emoción, amor por las letras y cierta dosis reivindicativas. Los ganadores y finalistas de estas distinciones, que persiguen apoyar la creación literaria de la tierra del indalo y contribuir a su difusión, respondieron a la llamada del Gremio de Libreros y se entregaron a un encuentro que comenzó con los acordes de la guitarra de Enrique Peña, de la Escuela Municipal de Música y Artes de Almería (EMMA).




Antes de repasar en un vídeo la cosecha literaria que dio Almería el año pasado, el presidente del gremio de libreros, Rodolfo Criado, dio la bienvenida a los asistentes. Acto seguido, se procedió a la entrega de reconocimientos: cinco copas argáricas para los ganadores y doce pines conmemorativos en el caso de los finalistas.




El escritor Bruno Nievas, flamante Premio Argaria 2015 en la categoría de narrativa por ‘Lo que el hielo atrapa’ (Ediciones B), fue el encargado de romper el hielo (expresión que se ajusta a la perfección a este fascinante relato que narra la gran expedición al Polo Sur de Ernest Shackleton) al recoger el primer galardón de la tarde. Nievas ensalzó el gesto del explorador que antepuso el bienestar de los hombres que tenía a su cargo aun a costa de sacrificar la posibilidad de cumplir el sueño de su vida.




La nota más emotiva de la velada vino de la mano de José Miguel Carmona, ganador en la modalidad de ensayo por ‘Almería, tierra de cortijos’, que recordó todas las puertas que se le cerraron antes de que este libro se convirtiera en una realidad. “Es una obra autoeditada, automaquetada y todos los ‘autos’ posibles que está dedicada a nuestros antepasados y a un modo de vida prácticamente olvidado”, expresó.




Pepe Criado, editor y uno de los artífices de ‘Las islas del amor mío’ (Letra Impar), volumen que ha merecido el Premio Argaria de poesía, explicó cómo se gestó este proyecto colectivo que reaviva la semilla cultural que dejó en Almería la inolvidable Celia Viñas.




El libro ganador en infantil, ‘Mi hermano pequeño invisible’ (Libre Albedrío), de Ana Pez, protagonizó el tramo final del acto. Su editora Gema Sirvent reivindicó la labor silenciosa que se lleva a cabo en las librerías que hace posible que los títulos en papel, pequeños universos alados, sobrevivan en un mundo de pantallas.




Por último, el poeta Juan José Ceba recogió el premio especial para el Museo Casa Ibáñez, institución a la que está íntimamente ligado, cuya contribución al arte engrandece a diario el nombre de Almería.





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