Una nueva luz para el Castillo del Marqués de Los Vélez de Cuevas del Almanzora

Una imagen muy especial ha circulado en las últimas horas por algunos perfiles digitales de Cuevas del Almanzora. Se trata del Castillo del Marqués de Los Vélez en plena noche, aunque mostrando un aspecto algo inusual en comparación con el que hasta ahora exhibía.

El monumental edificio que corona el pueblo cuevano se vio iluminado en la noche de ayer como parte de las "pruebas de iluminación" que se están realizando en este conjunto, tal y como anunciaba la concejala de Cultura de Cuevas del Almanzora, María Isabel Ponce.

Estas pruebas y la nueva iluminación forman parte de un conjunto de actuaciones enmarcadas dentro de la ayuda recibida por parte del Gobierno de España para la reforma integral del monumento más emblemático del municipio cuevano. De hecho las obras comenzaron hace más de un año y desde entonces han permitido la modernización, mejora y adecuación de los espacios de este patrimonio histórico y cultural.

Este ambicioso proyecto ha contado con una inversión de 433.595 euros de los que el ministerio ha aportado el 30% de la misma y se enmarca en las actuaciones del Programa 1,5% Cultural del Ministerio de Fomento, cuyo objetivo es destinar dicho porcentaje de presupuesto de obras públicas a actuaciones relacionadas con la conservación y restauración del patrimonio histórico, como ha sido el caso de Cuevas del Almanzora.

Más allá de los detalles y las mejoras estéticas como es el caos de la iluminación, hay algo especialmente único e interesante desde el punto de vista histórico como ha sido la preparación para su apertura al público por vez primera de la Torre del Homenaje (siglos XV-XIV), que atesora en una de sus plantas los dibujos de los presos que allí cumplieron condena cuando se utilizaba como cárcel, informa el Ayuntamiento.

Se trata de dibujos realizados en la pared por los reos de la época, imágenes con más de dos siglos, que ya “tituló, quizás de modo un tanto pretencioso, un asombrado Christian Ehlinger cuando la visitó allá por el lejano 1967”, tal y como explica el cronista oficial de Cuevas, Enrique Fernández Bolea, que indica que “entre los encarcelados que redimieron sus culpas en algún momento del XVIII se halló uno dotado de especial habilidad y sensibilidad artística, un presunto bandido que quiso amortiguar el tedio del encierro vertiendo quizá sus propias experiencias vitales sobre aquel pétreo lienzo”.