Turre

Se cumplen dos años sin rastro de Lucía, desaparecida en la sierra

Su hija solo desea “que se cayera y aparezcan ya sus restos, pero saber que nadie le hizo nada”

Cartel de SOS Desparecidos de alerta por la desaparición de Lucía García.
Cartel de SOS Desparecidos de alerta por la desaparición de Lucía García. La Voz
Víctor Visiedo
07:00 • 22 oct. 2018

Tal día como hoy de hace dos años, Lucía García desapareció en la barriada turrera de Royo Morera sin dejar rastro. El 22 de octubre de 2016, la anciana de 78 años salió de su casa para visitar a su hermana, que vive a apenas 200 metros de distancia. Allí estuvo entre cinco y diez minutos y se despidió para volver a su casa. Sin embargo, ya nunca regresó. “Mi tía la vio salir y coger el camino, pero no volvió a la casa”, explica Beatriz, hija de la desaparecida. Desde aquel momento han pasado dos años de búsqueda, de preguntas sin respuesta, de noches sin poder dormir. Dos años sin Lucía.



Desaparición



Era sábado. A las 4 de la tarde Lucía se fue de casa para visitar a su hermana, que vive en otra de las pocas viviendas que forman la barriada de Royo Morera, en plena Sierra Cabrera de Turre. La visita apenas duró 10 minutos y dijo que se tenía que ir porque “tenía al viejo solo”. Lucía tenía alzheimer, así que no sabía si su marido era su esposo, su padre o qué era. Pero físicamente era una mujer fuerte, muy activa. “Parecía que tenía 60 años. Iba conmigo a todos sitios. A regar, a echarle de comer a los animales… Nos poníamos a andar y tenía que decirle que me esperase, porque no se cansaba”, recuerda Beatriz.



Ese día a las 16:30, su hija Beatriz, que vive también en la zona, fue a la casa de su madre. “Yo solía bajar a su casa todos los días a las cuatro o cuatro y diez, pero ese día se me hizo un poco más tarde”. Cuando llegó a la casa de su madre, allí no estaba. “Mi padre me dijo que se había ido a ver a su hermana, pero fui allí y mi tía me dijo que se había ido hacía 15 minutos”. Beatriz volvió y comenzó a buscarla por las habitaciones, “por si se había puesto a ordenar ropa o hacer cualquier cosa”. Allí no estaba. Fue entonces cuando empezó una intensa búsqueda. Apenas pasó una hora pero no hubo forma de dar con ella. Miraron los caminos (asfaltados y de tierra), preguntaron a pastores, vecinos… Nadie la vio pasar en los momentos posteriores a la desaparición.



“Se perdió en el trayecto de 50 metros entre la casa de mi tía y el transformador donde tenía que coger el camino a su casa”, explica Beatriz. Precisamente allí, en ese mismo punto, es donde los perros especializados en búsqueda de personas llevados por la Guardia Civil perdían su rastro. “¿Dios mío, cómo es posible que ese día yo bajara 20 minutos más tarde?”, se lamenta la hija de Lucía.



En los días posteriores a su desaparición hubo un amplio dispositivo de búsqueda: Guardia Civil, Protección Civil, voluntarios... Por tierra y aire. Con perros y cámaras. Pero nada. Después, sus familiares mantuvieron ese rastreo por diferentes zonas, incluso en municipios, no solo de la comarca levantina, sino de toda la provincia. “Hemos buscado en Mojácar, Garrucha, Carboneras, Níjar, Tabernas, Húercal-Overa, Los Gallardos, Vera y hasta hemos llegado a ir hasta Almería capital por si mi madre se hubiera subido en el coche de alguien que hubiera podido llevarla hasta allí”, relataron meses después de su desaparición. Pero ni rastro.



Durante unos seis meses, Beatriz y su hermana dedicaron cada fin de semana y cada día libre a seguir buscando. “Hemos mirado cerros, barrancos, cortijos… Pero no hemos encontrado absolutamente nada. He visto de todo en esas búsquedas: una camiseta, un mechero, una lata... pero nada que sea de lo que llevaba mi madre”.



La zona de la desaparición de Lucía es un terreno escarpado, lleno de barrancos, matorrales y zonas de difícil acceso. También hay varios pozos, pero todos fueron revisados sin éxito. “Algunos se pueden ver a simple vista, y nada. Hay otro que es muy profundo. Por nuestra cuenta metimos unas cámaras y vimos algo azul, el color del vestido que llevaba mi madre. Se lo dijimos a la Guardia Civil y metieron ellos también cámaras y dijeron que no había nada”, explica Beatriz.


¿Dónde está Lucía?

Han pasado dos años desde que desapareció, por lo que encontrar a Lucía con vida es prácticamente imposible. Su familia lo sabe y lo asume. Sin embargo, no han querido declararla oficialmente muerta. “Si hubiera querido, hace un año la habrían ya dado por muerta, pero yo no sé si mi madre está muerta. Desapareció pero no la he visto muerta. ¿Quién te dice que no la cogieran y la tengan pidiendo por ahí, o quién sabe?”.




Beatriz tiene muchas dudas de que su madre aparezca cerca de donde vivía. “Veo muy difícil que ella se fuera andando, pero no imposible”. Desde un principio pensó que un coche se la había llevado. “Oí un coche pasar a esa hora aproximadamente, y unos vecinos vieron pasar un vehículo que iba muy rápido”, reconoce. Se lo dijo a la Guardia Civil y pidió que investigaran los teléfonos que pasaron por la zona a la hora de la desaparición, “pero el juez no quiso”.


“La Guardia Civil pensaba al 100% que se pudiera haber caído por un barranco. Yo creo que ahora no están tan convencidos de que esté por allí”. Pero esté donde esté, el único deseo de su hija es que aparezcan sus restos. “Lo que quiero es encontrarla. Y si ha pasado algo, ya la justicia hará lo que tenga que hacer. Pero quiero encontrar aunque sea unos huesos, para descansar y saber que nadie le hizo nada. ¿Tú sabes lo que es pensar que un coche la cogiera y que la hayan hecho sufrir, la hayan matado y la hayan tirado a un sitio donde no la encuentre nunca en la vida? ¿Y que mientras yo estaba buscando a mi madre como loca ella estuviera pasando la pena más grande?”, lamenta Beatriz en declaraciones a LA VOZ.


La vida ha cambiado

Desde aquella tarde de sábado que Lucía desapareció la vida ya no es igual para nadie de la familia. Su marido, muy mayor y enfermo, apenas alza la cabeza, desde entonces está cabizbajo y triste. “Mi padre no tiene ningún consuelo. Siempre dice ‘me voy a morir con la pena de no saber qué ha pasado’. Han estado 60 años juntos y se querían como el primer día. Nos los vi nunca decirse una palabra mala. No acepta lo que está pasando”.


Beatriz, la hija que más tiempo pasaba con Lucía, pues vive a escasos metros de su casa, también lleva dos años de pesadilla. “No hay día ni noche que deje de pensar en ella. Tengo a mi madre siempre en la cabeza. Mi vida no es la misma que hace dos años. Hago la comida porque tengo a mi marido y mi padre, si no ni la haría”, reconoce.


Durante la entrevista con LA VOZ, Beatriz muestra varias fotos de su madre. Son de días antes de su desaparición. Lleva la misma ropa que ese sábado de hace dos años. Un vestido estampado azul. También conserva un vídeo, en el que se divierten con un carro de supermercado. Es el único recuerdo que le queda donde puede oír la voz de su madre.


A la familia aún le queda una esperanza: encontrarla en la búsqueda que se realizará el próximo sábado 27 de octubre y poder descansar.


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