El ‘bullying’ cofrade golpea de nuevo

El vídeo viral de un ensayo en Almería pone de relieve la necesidad de ‘transformarnos’

Imagen de archivo de costaleros en Almería.
Imagen de archivo de costaleros en Almería.
Álvaro Hernández
12:33 • 17 feb. 2023 / actualizado a las 20:00 • 19 feb. 2023

Todos contra el acoso escolar. Stop 'bullying'. Esta y otros lemas que unen de forma casi unánime a la sociedad contra una lacra que afecta especialmente a los pequeños es una de esas frases con las que muchos se llenan la boca y que, sin embargo, terminan estando vacías de significado a la hora de la verdad.



Su sombra no oscurece solo el día a día de los centros educativos. De hecho, la cosa está a la orden del día entre adultos en mil y un entornos distintos. Y si no, que se lo digan a los cofrades: ser un capillita de manual va asociado en no pocas ocasiones a cierta mofa en según qué círculos, y friki es lo más cariñoso que pueden decirle a uno. Quien lo probó, lo sabe. Las faltas de respeto son algo normal y, a día de hoy, ser católico o cofrade es tan revolucionario como lo era declararse ateo décadas atrás. 



Pero la cosa no se queda ahí. Antes de victimizarse, el cofrade tiene que limpiar un poco su casa. Al fin y al cabo, se trata de un mundo tan endogámico que el peor acoso suele venir de dentro. Por mucho que se diga que 'perro no come perro', lo cierto es que el 'bullying' cofrade suele tener la firma de un cofrade. Paradojas de la vida. 



Lo de transformarse



Una imagen de Almería ha vuelto a dar la vuelta a las ocho provincias andaluzas (y más allá) para algo más malo que bueno. El vídeo del ensayo de una cuadrilla de Almería capital se ha hecho viral por obra y gracia de las redes sociales porque uno de sus costaleros, venido arriba, empezó a gritar algo así como "Me transformo, me transformo". 



Vídeo en TikTok, comentarios jocosos sobre el 'costalero transformer', mucho reenvío a WhatsApp y, como guinda del pastel, una publicación en un medio regional sobre "el nuevo vídeo viral". Esa es la receta de un éxito en datos (miles de reproducciones y, seguramente, miles de clics) y otro fracaso más como sociedad: por el camino, se nos olvida que ahí hay una persona.



Porque el 'bullying' cofrade es así, como todos los tipos de acoso. La lista de culpables es eternamente larga pero no se escuchan muchos 'mea culpa'. 



Por partes: lo que pasara en ese ensayo (como en otros muchos) puede estar más o menos fuera de lugar y ser de mejor o peor gusto. Eso es algo que tienen que determinar los capataces del paso en cuestión y, si la cosa se ha desmadrado, la junta de gobierno de la hermandad correspondiente. 


Inevitablemente, los demás comentaremos, pero el reto está en hacerlo desde el respeto: sin caer en la mofa, sin faltar al respeto al protagonista de ese u otro vídeo. Sin reírnos de los demás. Suena sencillo, ¿verdad?


Y, desde luego, desde los medios de comunicación deberíamos hacer alguna que otra reflexión para transformar el panorama: no todo vale. El clic está caro y los datos nunca son suficientes para las hambrientas páginas web, pero no deberían construirse imperios digitales a costa de personas que, quizás, pueden llegar a sufrir con nuestras publicaciones. Todos lo hemos hecho alguna vez, pero nunca es tarde para dejar de hacerlo.


Y, en cualquier caso, lo que publique un medio solo es reflejo de lo que demanda la sociedad. ¿Funciona compartir un vídeo viral? Claro, que para eso es viral. Lo va a ver mucha gente, movida por el morbo. ¿A quién no le va a gustar reírse un rato? El problema está en hacerlo a costa de los demás. Aunque eso, claro, todos lo hemos hecho alguna vez. 


El acoso, en sus múltiples formas, es más viejo que el hilo negro. Y, desde luego, estas líneas (en las que se ha podido escapar algún que otro juicio y que podría llegar a confundirse con una moralina soporífera) no pretenden cambiar el mundo. Si acaso, invitar a darle una vuelta a lo de reírse de los demás o lo de usar a otros para criticar sin mirar. Pensar si tiene alguna consecuencia personal el hecho de hacer mofa con otros. Pensar si merece la pena.


Al final, va a tener razón el costalero en cuestión. Si no en la forma, sí en el fondo. Aunque su “me transformo” indicaba un estado cercano al éxtasis místico al más puro estilo Santa Teresa, dejándose llevar por cornetas y tambores en el andar del paso, lo cierto es que su vídeo viral pone de relieve la necesidad de eso mismo, de transformarse. Como colectivo (los cofrades), como profesionales (de los medios de comunicación) y como sociedad, en definitiva. Tenemos ya todos una edad como para andar riéndonos de los demás. Y, de paso, estaría bien que aquello de luchar contra el acoso (escolar o no) no sea una frase vacía sin más. 


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