Las pioneras de las Jesuitinas: 1944

En octubre se cumplirán 80 años del primer curso del colegio Stella Maris en calle de la Reina

Grupo de alumnas y monjas del primer curso del colegio Stella Maris con las huchas con las que salían a la calle a pedir para el Domund.
Grupo de alumnas y monjas del primer curso del colegio Stella Maris con las huchas con las que salían a la calle a pedir para el Domund. La Voz
Eduardo de Vicente
20:02 • 23 may. 2024

El próximo mes de octubre se cumplirán 80 años del primer curso del colegio Stella Maris en Almería, cuando un grupo de monjas empezó de cero en aquel caserón que de forma provisional habilitaron como escuela en la esquina de la calle de la Reina con el Paseo de San Luis.



El uno de octubre de 1944 apareció un anuncio en el Yugo y en las emisoras de radio locales, en el que se informaba a la sociedad almeriense de la próxima apertura del centro. Cinco días después comenzaron las clases gracias al trabajo intenso de las religiosas, que tuvieron que pedir prestadas las sillas y los pupitres a los Hermanos de la Doctrina Cristiana, del colegio de La Salle  para poder echar a andar. 



El 15 de octubre se incorporó un nuevo grupo de monjas, formando un equipo de trece para dirigir las riendas de una escuela que a las dos semanas de abrir sus puertas contaba ya con cerca de doscientas alumnas matriculas.



El colegio de las Jesuitinas gozó de gran prestigio en la ciudad desde el primer día de su puesta en marcha, debido a la excelente preparación de las monjas y de las profesoras que impartían las clases en el centro. Las familias acomodadas querían que sus hijas recibieran la formación cultural y espiritual  que ofrecían las religiosas. No es de extrañar que abriera sus puertas con cerca de doscientas niñas matriculadas en las clases de Primaria, Bachillerato, Magisterio y Comercio.  



El 15 de octubre de 1944 se incorporaron al centro las dos primeras internas, que eran sobrinas de don Miguel Viciana González, entonces alcalde de la ciudad, que fue personalmente a llevarlas con la intención de conocer de cerca las instalaciones y al equipo humano del colegio. Como la casa era  insuficiente para acoger el número de internas que presentaron su solicitud, pronto tuvieron que alquilar un piso al margen del edificio del colegio.



La jornada empezaba a las ocho de la mañana con la celebración de la Misa en la capilla, ceremonia con la que se desayunaban las jóvenes antes de meterse en las aulas. 



Las asignaturas oficiales se impartían siempre por las mañanas, y las tardes se dedicaban a los paseos y a las clases de labor, de canto, de piedad y de orden, que también se consideraban disciplinas de gran importancia en la educación de las alumnas. 



Las primeras semanas no fueron fáciles. Las monjas tuvieron que ir acomodando el caserón a sus necesidades, con escaso material, con el mínimo espacio para tantas alumnas. Eran días frenéticos, de intenso trabajo, de continuas visitas al Obispo, al Alcalde, al Gobernador, solicitando ayudas para sacar adelante el proyecto.


Diez días después de la apertura del curso, las monjas recibieron el primer gran susto, una sorpresa que nunca olvidarían. El 19 de octubre de 1944 apareció por el colegio el inspector de vivienda, muy enojado y amenazando a las religiosas con imponerles una multa por haber habilitado la casa de la calle de la Reina sin su autorización


Las monjas, haciendo gala de su capacidad de diálogo y de su poder de convicción, consiguieron calmarlo y fue tan sugerente el bálsamo de sus palabras, que el fiero inspector acabó tan amable que antes de marcharse se ofreció gustosamente para enseñarles a las hermanas La Alcazaba. 


El 16 de diciembre, tras dos meses de actividad, se celebró el acto de la inauguración del colegio, que oficialmente llevaba el nombre de ‘Stella Maris’. Por la tarde, se organizó una actuación en el teatro Cervantes, en la que intervinieron las alumnas de la escuela ante las principales autoridades de Almería. La fiesta sirvió a la vez para inaugurar el centro y para abrir el período de Navidad, que por ser el primer en la historia del colegio, fue muy celebrado aquel año.


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