Beyond Seeds, un grupo biotecnológico que abre nuevos caminos (1)

Francisco Bermúdez es fundador del grupo biotecnológico Beyond Seeds

Francisco  Bermúdez, en su  despacho de la sede del grupo  biotecnológico Beyond  Seeds, en el edificio del PITA en la Universidad de Almería.
Francisco Bermúdez, en su despacho de la sede del grupo biotecnológico Beyond Seeds, en el edificio del PITA en la Universidad de Almería. Guillermo Fuertes
Remedios Fernández
20:17 • 28 nov. 2022 / actualizado a las 21:08 • 28 nov. 2022

“Teníamos mucha curiosidad en la semilla, sobre lo que podía contener...”, dice Francisco Bermúdez Pérez, y mira el grupo de semillas variadas que ha puesto sobre la mesa. “Teníamos muchas semillas de nuestras variedades que se tiraban, que no llegaban a ser comerciales, y me daba pena el esfuerzo que se había hecho de investigación, de producción... Así que dijimos: vamos a ver qué hay aquí”.



“Partíamos de nuestra hipótesis, y sobre ella montamos ese germen inicial del grupo de biotecnología Beyond Seeds, es decir: ir más allá de la semilla”, añade. “Esa hipótesis es: ver la semilla desde varios puntos de vista. Desde la informática, o la biotecnología, para desarrollar los procesos de mejora genética; o desde la biomedicina... O desde otros tipos de proyectos que se fueron incorporando, como la nanotecnología y la microbiología.



Francisco es de Úbeda, pero está en Almería desde que, por el año 1997, terminó la carrera de Empresariales en la Complutense de Madrid. Hijo de agricultor, vino para ayudar a montar una organización agraria, y estuvo varios años en ese mundo. Luego empezó el boom de las tecnológicas, y con sus amigos de la carrera empezó a desarrollar proyectos en ese ámbito. “Después me incorporé a un start-up, y estuve unos diez años vinculado a empresas del mundo TIC”, dice. “Con la universidad hicimos un sistema punto a punto de streaming de televisión, desarrollamos uno de los primeros web chats de España, con tecnología española y con gente de la UAL, para el portal Ozú, uno de los primeros de internet. Luego pasé a una etapa en el sector de las apuestas deportivas, junto a Sacha Michaud, fundador de Glovo...”.



El comienzo



En 2010, su hermano, que es genetista, le habló de montar una empresa de semillas, una de las primeras de Almería. Se decidieron, y montaron el proyecto Zayintec. “No era una casa de semillas al uso”, explica Francisco. “Lo nuestro era, digamos, hacer investigación. Desarrollar nuevas variedades hortícolas, de tomates, berenjenas, pepinos, pimientos... Y licenciamos a multinacionales”. Hacían, pues, I+D en el sector auxiliar del agro. En 2017, Zayintec se integró en el grupo Voloagri. “Se les vendió nuestro patrimonio genético, los proyectos de investigación, y nos fusionamos con ellos. Durante tres años estuve cumpliendo con mis compromisos con esa organización, y mientras empecé a pensar en desarrollar otro proyecto, más tecnológico”.



“Así nació Cellbitec, una de las primeras empresas del grupo Beyond Seeds, y empezamos a investigar en la semilla”, dice Francisco. “Cinco años de trabajo desde entonces...”.



Vida latente



Un proyecto, como apunta su nombre, basado en un acercamiento a la investigación de la semilla. “Nos dimos cuenta de que es una parte de la planta que casi no se miraba”. Francisco saca de un bote un puñado de simientes y las esparce sobre la mesa. “Nos interesan porque, para nosotros, es vida latente. Tiene la estructura y composición básica para generar la energía de una nueva planta. Y dentro de ellas hay cosas importantes, y las discriminamos. Grasas, proteínas, minerales, enzimas...”.


Y luego, esa vida está protegida por la testa o episperma, “traducido, la cáscara”, sonríe Francisco. “Que es la que la defiende. Una semilla de haba, como esta, puede estar cien años en el suelo, a la espera de tener las condiciones necesarias para nacer, y crear una nueva planta. ¿Y qué es lo que hace que esta semilla sobreviva? Hay moléculas que protegen al endospermo, frente a virus, bacterias, hongos, insectos, incluso animales. Hay muchas semillas que son capaces de pasar por el tracto digestivo y salir íntegras, incluso preparadas para germinar. Y la gran pregunta es: ¿por qué?”.


“Aquí”, y señala las semillas, “hay unas moléculas muy interesantes. Para la agricultura, para obtener moléculas que protejan de insectos, de hongos... Y también para el ser humano. Esto no se había investigado tanto, y aún hay mucho que investigar...”.


Y así, llegaron a un acuerdo de colaboración con el Centro de Investigaciones Biomédicas (CIBM) de la Universidad de Granada, donde trabajaban en el cáncer de colon. “Empezamos a desarrollar varios proyectos de investigación. Había muchos medicamentos contra el cáncer y tienen su origen en plantas, como el paclitaxel, procedente del tejo americano. Nosotros hemos hecho algo más modesto, pues mientras esas farmacéuticas buscaban en todas las partes de la planta, nos dimos cuenta de que casi no se había investigado la semilla”.


Moléculas

“Hemos analizado las semillas de más de 50 especies, en un tipo de screaning contra el cáncer de colon, y hemos sacado cuatro patentes y dos moléculas”, apunta Francisco. “Y, además, hemos descubierto que estas se acumulan más en la cáscara de las semillas, y que tienen una actividad antitumoral muy grande”.


Pero lo más sorprendente de esas dos moléculas es que tienen baja toxicidad sobre células normales humanas. “Hay una actividad superior de controlar, moderar, parar, el crecimiento celular de células cancerígenas”, añade. “Incluso células cancerígenas resistentes de colon. Y hemos visto que necesitas 25 veces más dosis para afectar a una célula normal. Y esa es la gran perspectiva de futuro que vemos en este tipo de moléculas”.


Moléculas que, además, son antagonistas de la vitamina K, que es la que permite la coagulación de la sangre, y esto les confiere un cierto valor anticoagulante. “No se sabía que tenían esta actividad contra el cáncer, y, sobre todo, tan selectiva. Son moléculas muy interesantes, con un gran potencial terapéutico”.


Los resultados se han publicado en la prestigiosa revista internacional Biomedicine and Pharmacotherapy, y el estudio está en la fase pre-clínica. “Nos queda mucho trabajo, varios años”, dice Francisco. “Pero las perspectivas son muy buenas. De hecho, ahora te hablaré del proyecto Nanointec, que une todo esto con una de las ramas científicas más potentes: la nanotecnología...” (Continúa).


Temas relacionados

para ti

en destaque