10 mentiras de Gobierno y Guardia Civil sobre los asesinatos del Caso Almería

El relato oficial de los hechos y la verdad histórica continúan por caminos distintos

El Caso Almería, 40 años después. FOTO DE JOSÉ MULLOR
El Caso Almería, 40 años después. FOTO DE JOSÉ MULLOR
Pedro Manuel de La Cruz
07:00 • 10 may. 2021

Cuarenta años después de aquella madrugada del 10 de mayo de 1981 el relato oficial de los hechos y la verdad histórica continúan transcurriendo por caminos distintos.  El relato oficial de las circunstancias en que Luis Cobo, Luis Montero y Juan Mañas fueron detenidos en Roquetas, interrogados en la comandancia de la capital y acribillados a balazos en un terraplén de la carretera de Gérgal todavía permanece en el insoportable territorio de la mentira. La versión oficial está tan llena de ´agujeros negros´, de contradicciones y de silencios que es preciso insistir en el imperativo ético de conocer la verdad. Las líneas que siguen son la prueba de cómo se construyó una arquitectura de defensa insostenible para intentar justificar lo que fueron tres asesinatos cometidos a sangre fría y con la mayor crueldad.


  1. Relato oficial: Los tres jóvenes durmieron la noche del viernes 8 al sábado 9 de mayo en un hostal de Gérgal. Mentira. Luis Cobo, Luis Montero y Juan Mañas durmieron en el domicilio familiar de este último situado en el número 1 de la calle Poeta  Villaespesa de Pechina. Así lo corroboraron una y mil veces la familia y algunos vecinos. También la realidad y el sentido común. En Gérgal no había ningún hostal y, en cualquier caso, nadie puede creer que iban a pernoctar allí cuando solo les separaban 31 kilómetros de la casa familiar después de haber recorrido los 956 kilómetros que separan Santander de Gérgal.

  2. Relato oficial: Fueron confundidos durante toda la madrugada con tres terroristas de ETA. Mentira. Desde el primer momento en que entran en la comandancia de la guardia civil de Almeria, el teniente coronel al mando de la comandancia, Carlos Castillo Quero, tuvo acceso a la identidad real de los detenidos. A través de los datos contenidos en sus DNI contactó varias veces durante esa tarde/noche con el departamento de identificación de la Guardia Civil en Madrid. A todas sus consultas se le respondió que los tres eran “desconocidos en base”, lo que significaba que no tenían antecedentes terroristas ni de ningún otro tipo.
      
  3. Relato oficial. Agentes de la guardia civil tuvieron que desplazarse hasta la playa de Retamar para recoger una bolsa que los tres jóvenes habían dejado allí la mañana de su detención. Mentira. Luis Cobo, Luis Montero y Juan Mañas nunca estuvieron en las playas de Retamar. El motivo por el que fueron llevados allí de madrugada no tiene justificación alguna. Se ha especulado con que su traslado estuvo relacionado con la existencia de una dependencia del cuerpo en casas Fuertes donde presuntamente pudieron ser torturados antes de ser asesinados. Estos extremos no se han podido probar. Lo que sí está probado es que ninguno de los detenidos se desplazó a esas playas en la mañana de autos y, por tanto, es imposible que dejaran ninguna bolsa en la zona.

  4. Relato oficial. Los agentes repostaron combustible en una gasolinera cercana al aeropuerto antes de trasladarse a Madrid para no tener que detenerse en el camino. Mentira. Compraron gasolina, pero no para llenar el depósito del vehículo Ford fiesta en el que introdujeron el cuerpo de los tres detenidos, sino para llenar algunos bidones de plástico. El uso que se le dio a ese combustible nunca se ha aclarado. 

  5. Relato oficial. Se optó por la carretera de Despeñaperros y no por la de Murcia en el traslado de los detenidos a Madrid para recoger en el hostal de Gérgal algunas pertenencias que los jóvenes habían dejado allí olvidadas la noche anterior. Mentira. no podían haber dejado nada en ese imaginario hostal y, por tanto, tener que pasar por el para recoger cosa alguna, porque nunca estuvieron en él.

  6. Relato oficial. El traslado de los detenidos se hizo “por seguridad” en el vehículo Ford Fiesta alquilado por los tres jóvenes, conducido por un agente y siendo otro agente el copiloto, ocupando los detenidos los asientos traseros, también por seguridad. Mentira. La comandancia de la capital contaba con furgones específicos para el traslado de presos. No se utilizaron y resulta imposible de asumir como lógico que se trasladara a tres presuntos terroristas juntos y en un coche utiltario disponiendo de medios alternativos infinitamente más seguros.

  7. Relato oficial. Los tres jóvenes se abalanzaron sobre el piloto y el copiloto del coche en el que viajaban para hacerse con el control del vehículo y emprender la huida. Mentira. Resulta inverosímil que tres detenidos, esposados, situados en el asiento trasero de un coche y siendo conscientes de la caravana de vehículos oficiales que les precedían y le daban escolta de vigilancia, intentaran huir. Operativamente el intento hubiese resultado imposible, nadie se lo habría planteado. Y menos los tres detenidos siendo conscientes de su total inocencia.

  8. Relato oficial. Al llegar al kilómetro 8,9 y tras varios volantazos a derecha e izquierda provocados el enfrentamiento entre los detenidos con el conductor y el copiloto, el vehículo, que circulaba a una velocidad considerable, cayó por el terraplén, incendiándose. Mentira. Acompañado por el fotoperiodista Juan José Mullor fuimos los primeros periodistas que en la tarde de ese domingo llegaron al lugar de los hechos. Recogimos algunos restos carbonizados del coche, dos pares de guantes utilizados por los forenses en la recuperación de los cadáveres y un espejo retrovisor lateral del Ford fiesta. Lo sorprendente es que todos estos restos estaban situados en la misma base del terraplén. No un metro o dos m.as allá, que es donde podía haber quedado el coche teniendo en cuenta la inercia de la velocidad y las vueltas que la pendiente y esa velocidad debían haber provocado.

  9. Relato oficial. Los agentes integrantes de la caravana se vieron obligados a disparar ante el riesgo de que los detenidos huyesen. Mentira. La posibilidad de la huida era inexistente. Esposados, rodeados por once agentes fuertemente armados y en medio de un desierto es imposible pensar que tres inocentes tuvieran intención de huir. Huir de qué y para qué si su inocencia estaba a salvo de toda duda. 

  10. Relato oficial. Loa agentes dispararon a las ruedas del Ford fiesta. Mentira. Las autopsias realizadas después del apresurado entierro constataron que el cadáver de Juan Mañas tenía cinco balas en el corazón.  










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