Vivir en la Quinta Avenida: la historia del crecimiento de Los Ángeles

Retazos de la memoria de Ginés Parra. Un pedacito de su vida en Los Ángeles

Lola González
23:57 • 05 jul. 2020

Era un sábado por la mañana. Aún no picaba el sol tempranero y todavía la mascarilla de superhéroes no era un accesorio habitual. Fue entonces cuando, en esa idea loca de seguir conociendo  la ciudad a través de los ojos de quien la vive, me cité a las puertas del Mercado de Los Ángeles con Ginés Parra.



Allí me esperaba, a pesar de mi retraso, para contarme la historia de un barrio al que su madre llegó en 1960, apenas un año después de que se terminaran los ‘edificios Terriza’ -los primeros que se levantaron- y en los que nació el propio Ginés. En esos mismos en los que su madre, su Lola, sigue viendo la vida pasar desde el mirador de ‘la Quinta Avenida’ de Los Ángeles.



La de Ginés Parra es una vida tan reivindicativa como la del barrio en el que creció. Ese que estaba “encajonado entre la Rambla, La Molineta y la Cruz de Caravaca” cuando era un chaval. El mismo que hacía la compra en el ‘callejero’ y que fue pionero en buscar medidas para facilitar, lo que en los setenta cada vez era más normal en los barrios trabajadores, la incorporación de la mujer al mercado laboral.



Me encuentro con Ginés Parra a las puertas del Mercado. Nos damos dos de esos besos que ahora tenemos prohibidos por esta pandemia que nos aleja. Mientras nos ponemos al día los saludos de vecinos se suceden. No me extraña. Ha vivido 26 años en Los Ángeles pero lo cierto es que sigue yendo “casi a diario”. Es de esas personas que tienen sensación de pertenencia a los sitios que le vieron crecer, y claro, si encima su Lola sigue viviendo allí, la visita es obligada.



La lucha
Quedar a las puertas del mercado no es casual. Es un buen punto de inicio de la ruta porque fue el punto y final de siete años de reivindicación vecinal en unos tiempos, el inicio de la democracia, en los que todos los barrios necesitaban de todo.



Como narrador me lleva a la calle Campoverde porque “allí había dos o tres pescaderías y un día decidieron sacar el género a la puerta. Otros lo vieron y les imitaron. Esto derivó en un auténtico mercado que, una vez a la semana, llegaba a cortar el tráfico de la principal vía del barrio. Una locura”. Así que la asociación de vecinos de ‘La Palmera’ que él presidía y de la que era socio el propio alcalde de entonces, Santiago Martínez Cabrejas, propuso la construcción de un mercado. No fue fácil el camino pero, en octubre de 1986, el primer alcalde de la democracia inauguró el edificio descubriendo una placa que en esto de las remodelaciones parece que ‘se perdió’ y, a pesar de lo mucho que ha llovido desde entonces, aún quedan vendedores de entonces por allí. 






“Fue tan importante para el barrio que montamos un escenario en el lateral y hubo hasta baile”. Y esa dinámica de lucha, consecución y fiesta se convirtió en marca de la casa para ‘La Palmera’.


Retomamos el paseo camino de la calle Lopán.  Desde la esquina y envueltos de olor a pan recién hecho vemos las barandillas. “No son tan cómodas como las que había antes. Esas eran más anchas y te podías no solo sentar, sino hasta apoyar los pies”.  Las conocía bien Parra porque era el punto de encuentro de la pandilla a la espera de elegir si iban a la sesión doble de la Terraza de Cines Andalucía o del Cine Los Ángeles tras revisar con cuidado la cartelera. 


Me señala mi guía un punto de la calle Lopán. “Justo ahí y hasta la calle Granada había unas cocheras de una funeraria que estaba abandonada pero dentro seguían los coches. De hecho nos asomábamos por los agujeros de los muros para ver a los coches antiguos allí aparcados”.


A pesar de lo divertido que era jugar a investigar en la funeraria, el barrio necesitaba abrirse a la calle Granada y claro, eliminar esas cocheras era una necesidad que permitió abrir hasta tres calles y que llegara el autobús, algo que ya no pasa.


Apertura
Hasta entonces para salir de Los Ángeles solo se podía hacer por la calle del Inglés o por Marchales. Bueno, no es cierto del todo. Con astucia los vecinos inventaron “el agujero”, ni más ni menos que un agujero en el muro junto a la rambla que permitía “bajar unas escalerillas, pasar junto al ‘Pellejero’ y su espacio de venta de chatarra, cruzar la rambla hacía la Plaza de Toros y llegar así al centro. A Almería”.


Pero volvamos a cruzar la Rambla. Nos ubicamos en la calle Tarrasa y vemos todos esos antiguos pequeños ‘locales’ en los que estaban los comercios de cercanía que daban vida a Los Ángeles. Allí estaban “la mercería de Trina, de la familia Martínez-Oliver. La carnicería de Fica, la tienda de comestibles y pan de María... ahora queda un asador de pollos”. 


Me enseña el lugar en el que estuvo el primer supermercado de la zona. El primero “en el que tú cogías las cosas, con cestas y carritos. Era el spar de los Hermanos Gallardo, que vendían de casi todo”. Y de ahí pasamos  por el comercio más antiguo del barrio, la Ferretería Zapata.


Caminamos hasta la calle Marchales y encontramos la puerta de la Bodega El Toboso. “Antes de llamarse así se llamó Castañeda. La recuerdo desde que nací con sus grandes toneles de vino, tapas de pepino cortado, cacahuetes por el suelo y unas tapas de patatas asadas que llamaban perdices”. La pena nos inundó tanto a Ginés como a mí cuando apenas unos días antes de publicar este paseo supimos que la taberna que daba solera al barrio cerraba sus puertas.


Ya entre Marchales y la Quinta Avenida me lleva bajo la ventana desde la que divisa todo el barrio su Lola y desde la que el propio Ginés se entretenía con la construcción del resto de los bloques. Y es que todavía recuerda cuando su calle no estaba asfaltada, había piedra de lastra que hubo que tratar con martillos neumáticos para urbanizar.


Un poco más arriba, además del corral de cabras de Toribio, había una carpintería con un bidón siempre en la puerta lleno de palos y que competía con otras dos cercanas que se dedicaban a construir cajones de madera para los camiones.


“Los cajones viejos que quitaban lo dejaban en dos solares de la calle Maestría con Turquesa y allí podía haber entre 15 y 20 cajones que nos servían para jugar e inventar”. Ese mismo solar sería en el que después se levantara la primera guardería.


En los 70 los barrios obreros como Los Ángeles vieron como se incorporaba la mujer al mundo laboral y claro, ¿quién se ocupaba de esos niños? “Fue una de las reivindicaciones grandes que nos llevó muchas veces al INAS para convencerles, pero lo conseguimos y hubo fiesta (risas)”.


Pero hubo fiesta de verdad porque cuando parecía que la guardería iba a estar dirigida por dos hermanas de la comunidad religiosa de la Compañía de María que vivían allí y “conocían quién realmente la necesitaba” finalmente “hubo un golpe de  mano y nombraron a otra persona que venía de fuera, que era de otra orden religiosa, creo que Hija de la Caridad”.  Y claro, cuando el ministro Alberto Oliart vino a inaugurar la guardería en 1980 se encontró con una pintada -que se tapó antes de que la viera- que decía: “qué hace una monja como tú, en un sitio como éste”. Aún en algunas zonas a veces aparece pintada en la tapia.


Con sus manos
Me lleva ahora a la Avenida de Los Ángeles. Me enseña una pequeña puerta azul. No debe tener más de metro y medio. “Por ella sacábamos a la plaza armarios con libros cada 23 de abril” y es que allí estaba inicialmente la asociación ‘La Palmera’. En ella vieron el desarrollo del 23-F, alguno pensando en los papeles que tenía en casa, se involucraron en la campaña del 28-F y, convencidos de que necesitaban una plaza, decidieron cruzar la carretera y en el solar que hoy es una zona de juego, construyeron la plaza con sus manos. “Un sábado cogimos ladrillos de donde pillamos y fuimos levantando el murillo, plantamos árboles y se convirtió en nuestro lugar de celebración, y aquí sigue”.


Nos lleva la ruta a la parroquia. Esa que recorrió la calle (literalmente) Lopán, la Colonia Belén, la calle España para acabar en esta avenida, primero en el edificio y después, la parroquia actual para la que hubo que esperar con el agujero hecho que podía hacer incluso de piscina.


En esa parroquia está ‘la Virgen de Ginés’, la que no es reina sino mujer, la que subió al altar cuando la donó un vecino y la que le sigue guiando.


Cerramos aquí el paseo aunque en el tintero se quedan las reuniones en el Cortijo de los Tesoro, la balsa de la calle Tarrasa o los murales de Chuspe. Habrá que esperar a mejor ocasión, que la habrá.


Perfil

Ginés Parra nació en Los Ángeles allá por año 1961 y desde siempre ha sido una persona inquieta e implicada en materia social. De hecho, es educador social y lleva trabajando en el Ayuntamiento de Almería desde el año 1988. Primero estuvo 10 años en El Puche con menores y ahora es parte del equipo que trabaja en el Centro Municipal de Acogida. 


Más allá de lo profesional, Ginés Parra lleva desde el 73 involucrado en grupos y organizaciones de tipo social: Movimiento Junior de Acción Católica, JOC, A.VV. ‘La Palmera’, asociaciones memorialistas  y de ayuda a los inmigrantes.



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