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Fruta fresca junto al mar: así es ‘Al Gajo’, el nuevo quiosco de Carboneras

Acaba de abrir y ya es parada obligada. Este puesto saludable y creativo revoluciona con smoothies reales, tortitas como nubes y granizados que saben a fruta de verdad

Quiosco 'Al Gajo' en el Paseo Marítimo de Carboneras

Quiosco 'Al Gajo' en el Paseo Marítimo de CarbonerasLa Voz

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En un quiosco blanco y rosa, bajo alguna sombrilla y entre el murmullo del mar y el de los clientes que hacen cola, Al Gajo se ha convertido en un pequeño oasis en el Paseo Marítimo de Carboneras. Tropical e innovador hasta en el logo, diseñado por Sergio Molero, este nuevo rincón abrió hace apenas unas semanas y ya destaca como una de las propuestas más refrescantes —y diferentes— del verano. 

Como alternativa al clásico helado, Al Gajo propone otra forma de combatir el calor. Más natural, más visual y, sobre todo, más personal. Una carta sencilla pero original: smoothies personalizables, granizados de fruta real, bowls tropicales y mini tortitas, esponjosas como nubes, bajo una lluvia de toppings.

Creatividad en Almería

Al frente están dos jóvenes que no quieren pasar desapercibidos, Juan Simón González Zamora y Laure Marie Ingrassia Galera. González explica para La Voz que la idea surgió en Tailandia, probando zumos naturales. Querían crear una cultura natural en un pueblo costero como Carboneras, demostrando que también hay ganas de cosas nuevas. 

La propuesta es clara: sabor, iniciativa y un toque saludable en pleno corazón del levante almeriense. Pero el proyecto no es aislado. En Almería crecen este tipo de negocios que dan protagonismo a la fruta —la de verdad—. Ya lo demostró el local The Martinez Juice Company que se extendió desde Almería hasta Mallorca o Fuengirola.

Granizado de fresas elaborado en 'Al Gajo' frente al Paseo Marítimo de Carboneras

Granizado de fresas elaborado en 'Al Gajo' frente al Paseo Marítimo de CarbonerasLa Voz

Fruta, color y una batidora sin descanso

En Al Gajo, los clientes lo notan en el primer sorbo: “Esto es un granizado de sandía de verdad”, dice uno. “Qué ricos los bowls, te comes la fruta tal cual”, comenta otra. Y una tercera añade: “Ya hacía falta algo así en Carboneras”. Porque Al Gajo no solo refresca. También sorprende. Tiene algo de puesto de playa y algo de laboratorio natural. Con colores que saltan a la vista —rosa fucsia, verde lima, amarillo mango—, se acerca más a una experiencia sensorial que a una simple parada para merendar.

Las opciones, como la apariencia del puesto, tienen personalidad. Hay batidos tradicionales, sí, pero también combinaciones menos comunes, como aguacate con plátano o piña con pepino. Todo con fruta de verdad, sin azúcares añadidos. Y si no lo ves, lo escuchas. 

La batidora se activa cada pocos minutos, mezclando a toda velocidad trozos que hasta hace nada eran papaya, fresas o limón. Porque entre las opciones más pedidas, destacan los smoothies de frutas tropicales y los bowls: "El de sandía de Almería es el que más se llevan", afirma González. 

Carta de 'Al Gajo'

Carta de 'Al Gajo'La Voz

La historia detrás de su peculiar nombre

Más allá de los productos, hay una estética: matices vibrantes, acento costero, sabores exquisitos. Un concepto que convierte cada merienda en un ritual veraniego único: “Al Gajo nace en relación con el gajo de la naranja. Pero, especialmente, hace referencia a ir 'al lío', a empezar ya", explican sus creadores. La fruta no solo está en el vaso, también en la identidad. Ellos quieren mostrar que lo sano puede ser apetecible, bonito y asequible en un lugar de costa.

La gente se acerca en chanclas, con arena o recién salida del agua. A veces hay cola. A veces no. Pero siempre hay algo que observar: la montaña de plátanos, las fresas que parecen recién traídas de la huerta, las cucharadas de Nutella deslizándose sobre unas tortitas humeantes. Este es solo su primer verano, pero ya suena a plan fijo para muchos. 

Al Gajo se ha ganado un hueco a base de detalles. Desde el corte de la fruta en directo hasta la amabilidad con la que te preguntan si quieres leche de avena o de coco. Allí, frente al mar, uno se toma el batido a sorbos o el bowl a cucharadas y piensa —porque a veces lo más sencillo también puede ser lo más especial— que esto sabe, exactamente, a verano.

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