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Buñuelos de Almería: la receta de la abuela que está arrasando en redes sociales

El secreto no está solo en los ingredientes, sino en la técnica

Buñuelos de Almería.

Buñuelos de Almería.Instagram: @la_cocinadeani

Tito Sánchez Núñez
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La cocina tradicional almeriense es un reflejo de su tierra: sencilla, humilde y llena de sabor. A lo largo de generaciones, las recetas han pasado de abuelas a nietos conservando intacta su esencia, como pequeños tesoros familiares que resisten el paso del tiempo. 

Platos como las migas, el trigo o los gurullos forman parte del recetario popular almeriense, donde la calidad de los ingredientes y la paciencia en su elaboración son la clave. Entre estas joyas gastronómicas también destacan los dulces artesanos, que se preparan en reuniones familiares y fiestas populares.

Uno de esos dulces que resume el espíritu de las recetas de antaño son los buñuelos de Almería, una delicia esponjosa que ha endulzado generaciones y que no para de acumular visualizaciones en redes sociales como Instagram, en un publicación de @la_cocinadeani, donde los 'likes' superan ya los 3.600.

Su elaboración es todo un ritual en muchas casas, siguiendo la receta tradicional de las abuelas, que requiere mimo, tiempo y energía.

Para preparar estos buñuelos necesitarás ingredientes básicos: 1 litro de agua, 1 kilo de harina de trigo de fuerza (idealmente de panadero o de supermercado), 150 gramos de masa madre activa, un poco de levadura fresca o seca, y sal. El aceite para freír, preferiblemente de oliva virgen extra.

El secreto de unos buenos buñuelos no está solo en los ingredientes, sino en la técnica: después de mezclar los ingredientes, hay que darle palmadas a la masa durante 15-20 minutos para introducir aire. Aunque el esfuerzo es considerable, el resultado merece la pena: una masa ligera, llena de burbujas, que se deja fermentar hasta triplicar su volumen.

Freírlos correctamente es otro paso crucial. El aceite debe estar bien caliente, pero sin humear, y las manos mojadas en un "mejunje" de agua, sal y aceite ayudan a manipular mejor la masa. Con destreza, se coge un trozo de masa, se le abre un agujero con los pulgares y, en un movimiento rápido, se lanza a la sartén. Cada buñuelo debe inflarse y dorarse en cuestión de segundos, quedando dorado y ligero.

Aunque hay quien añade unas gotas de limón o vinagre para evitar que absorban aceite, el verdadero truco es controlar bien la temperatura al freír. Así, cada mordisco de estos buñuelos tradicionales nos conecta directamente con la cocina de nuestras abuelas, sencilla y mágica, como los mejores recuerdos de la infancia.

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