Un sonido y un olor: el crujir del serrín bajo los pies y la fragancia fresca de la ojarasca verde, dispuesta como un pasillo natural alrededor de cada alfombra. Así amanecía este domingo Tíjola, envuelta en arte, emoción y devoción, mientras vecinos y visitantes repetían una misma frase al recorrer sus calles: “Impresionante, merece la pena venir a ver esto aunque sea una vez en la vida”. Las exclamaciones de asombro se entremezclaban con la música festiva que sonaba desde los altavoces colocados en las ventanas, en un ambiente que mezclaba tradición, creatividad y una alegría contagiosa.

Este domingo, Tíjola celebró sus tradicionales Fiestas en honor a la Virgen de Fátima, una manifestación cultural con más de siete décadas de historia que transforma por completo el casco antiguo del municipio. Declarada recientemente Fiesta de Interés Turístico Andaluz, la festividad reunió a centenares de personas en una jornada que combinó arte efímero, religiosidad popular, música, folclore y convivencia vecinal. Desde primera hora de la mañana, las calles se llenaron de espectaculares alfombras de serrín coloreado realizadas por los propios vecinos, a las que se sumaron actividades musicales, bailes populares y, como colofón, la misa y la procesión de la imagen de la Virgen, que arrancó a las seis de la tarde tal y como estaba previsto.

Las alfombras, elaboradas con materiales reciclados y llenas de ingenio, convirtieron cada rincón en una sorpresa: platos y vasos de plástico transformados en delicadas flores, bolas de algodón gigantes simulando nubes con serpentinas de lluvia, y corchopanes de piscina que cobraron forma de aves y detalles naturales. Todo hecho con mimo y cuidado hasta el último detalle. Contra todo pronóstico, el sol brilló durante toda la jornada y el viento no hizo acto de presencia. “Las calles están luciendo más bonitas que nunca”, decían los vecinos, orgullosos de una fiesta que no solo emociona, sino que deja huella en todos los que la viven.