Llevo ya algún tiempo viviendo en Aguadulce y en mi diario trato con la gente siempre encuentro alguien que hizo su agosto vendiendo un "terrenico", que luego sería apartamentos, que luego se venderían a buen precio, que luego obtendrían toda clase de bendiciones para el surrealismo del ladrillo a nombre de bancos, constructores, arquitectos, albañiles, leyes blandas del suelo y poderes municipales a favor del enriquecimiento. Esto ocurría por supuesto antes de la burbuja. Decir que Aguadulce se ha transformado es una obviedad, bastaría mirar algunas casas antiguas de cuando esto era mayormente un barrio de pescadores. Yo diría que más que la fisonomía arquitectónica del lugar lo que ha cambiado bastante es el estatus sociológico. Hoy no podemos hablar solo de pescadores ni de trabajadores agrarios. Son como mínimo rentistas, directores de empresas turísticas, agroalimentarias, tenderos, contratistas y demás fauna burguesa. Dentro de este caldo de cultivo tiene alguna explicación que aquí gane casi siempre el PP. Se dice que la clase media no tiene ideología. Alguna vez me he encontrado asimismo con cierto empresario que intentaba convencerme de que no era ni de derechas ni de izquierdas. Cuando uno oye esa frase enigmática ya sabe lo que quiere decir. El no menos enigmático empresario estará siempre con la derecha. Ahora bien, llevamos varios años en crisis. Los dos sectores más golpeados son la construcción paralizada por la burbuja y el sector agrario del que tenemos referencia por las quejas de agricultores. El país está ahora como para tener prisa. No obstante el nuevo Gobierno deja lo más gordo en los recortes para después de las elecciones andaluzas. Griñán ofrece un pacto urgente a Rajoy para caminar juntos ya que el PP no tiene intereses electorales. Yo me pregunto: ¿Es eso verdad?