Larga vida a las tiendas de barrio: así sobrevive el pequeño comercio en Almería
El trato cercano, interactuar con el vecindario y un producto de calidad, las 'armas' de estos negocios frente a las grandes superficies y el comercio electrónico

Isabel atiende a un cliente en su negocio de panadería y dulces caseros de Calle San Miguel.
Como la ficticia aldea de las cómicas historietas de 'Asterix el Galo' las tiendas de barrio de Almería resisten con orgullo, y mucho sacrificio, en estos difíciles tiempos que corren para el pequeño comercio. Levantan su persiana cada mañana para atender a sus fieles clientes, vecinos que confían y apuestan por los negocios de proximidad, en los que el trato familiar con los compradores es uno de los grandes escudos de los vendedores para sobrevivir diariamente a la presencia de las grandes superficies y el cada vez más poderoso comercio electrónico.
Fruterías, carnicerías, despachos de pan o ferreterías son los últimos reductos de vida comercial tradicional en numerosos vecindarios almerienses. Muchos son negocios que han pasado de generación en generación o locales en los que se han hecho realidad los sueños de valientes emprendedores y emprendedoras, esos que luchan cada jornada por fidelizar con cariño a su clientela. ¿Pero cómo pueden subsistir frente a la imparable competencia de cadenas de supermercados o ante la comodidad que ofrece un gigante como Amazon?
La panadería en la que el cliente se siente en su hogar
En diciembre de 1995, Gerardo y su esposa Isabel abrieron las puertas del popular 'Horno del Pan' en San Miguel, zona que estaba en pleno crecimiento en aquel entonces con la construcción de residenciales que hicieron llegar a la barriada a varios cientos de nuevos vecinos que supieron reconocer la calidad de los productos que vendía este matrimonio de Lubrín. Eran otros tiempos.
La apertura de Día, Consum o Mercadona muy cerca de esta panadería tradicional se notó. Y mucho. Pero este negocio familiar siempre ha mantenido su persiana levantada, siendo clave para su supervivencia un pan inmejorable, artesano, y un trato excepcional, de confianza y cercanía con cada persona que entraba por la puerta.

Isabel atiende a unos clientes en su negocio de panadería y dulces caseros de Calle San Miguel.
"Seguimos aquí porque dedicamos muchas horas a nuestro trabajo y gracias a nuestros clientes fieles. Tenemos pan de Alfacar, de Huéneja, de masa madre, todo es de calidad y la gente lo valora. Una de las cosas que más gusta son los dulces que hago caseros como la leche frita o los roscos ahora para Semana Santa", detalla Isabel, que está valorando que sus hijos le hagan un perfil a la tienda para que pueda promocionar sus productos en redes sociales. Por ahora es reacia, "porque estoy sola aquí y no quiero desbordarme" y prefiere el cara a cara. Admite con una sonrisa que "a veces somos como los psicólogos de los vecinos". Y eso lo agradece el cliente.
Un producto de máxima calidad para poder competir
Alfredo León es actualmente el encargado de una de la carnicería de referencia para los vecinos de Ciudad Jardín, Las 500 Viviendas o El Tagarete. Ubicado en el número 13 de la Avenida Madrid, este pequeño comercio sabe que no puede competir en precios con los productos cárnicos que ofrecen las grandes superficies, por lo que su punta de lanza es ofrecer la máxima calidad del mercado.

Alfredo León, de Carnicería Antonio en Avenida Madrid.
"Nuestro gran valor es la honestidad. No podemos tener precios tirados por los suelos como en muchos de los grandes supermercados pero sí que damos la máxima calidad. En eso no hay comparación posible", afirma Alfredo, que también considera como pieza fundamental para la supervivencia del pequeño comercio "generar confianza y darle un trato familiar" a cada uno de sus clientes, "cuidando los pequeños detalles".
Otra de las claves de gran importancia para que una tienda de barrio sobreviva es adaptarse a los nuevos tiempos y, sobre todo, ser originales para captar la atención, pese a no tener recursos para grandes campañas mediáticas y de promoción. En este sentido, Carnicería Antonio supo sacar partido a que uno de sus clientes es el conocido cantante almeriense RVFV y puso el nombre del artista a unas brochetas que se hicieron virales.
"La honestidad y cuidar los pequeños detalles con la clientela es el gran valor del comercio de barrio"
Ofertas, conocer al barrio y aprovechar la cercanía
Gema Moya lleva cerca de dos décadas trabajando en 'Damas', también en Avenida Madrid. En este comercio se puede comprar desde una cara fragancia a un paquete de papel higiénico. Dedicada a la perfumería, higiene y limpieza, este tienda del barrio de Las 500 cuenta con tres empleadas que han generado un hermoso vínculo con su clientela más asidua.

Gema Moya cobrando a Mari Carmen, una de las clientas fieles de esta perfumería.
"Somos trabajadoras que llevamos aquí muchos años y conocemos muy bien a nuestra clientela. Esa confianza, unida a las ofertas que se van sacando, hacen que las personas del barrio apuesten por venir a comprar aquí", destaca Gema, que reconoce que las compras por internet y los centros comerciales "nos están haciendo mucho daño".
Por suerte para esta perfumería-droguería, está en un vecindario en la que hay un alto procentaje de personas mayores que no usan los móviles para hacer compras ni suelen desplazarse a grandes superficies, siendo el grueso de una clientela casi diaria que mantiene con vida, como a muchos otros, a este comercio de barrio.