No vamos a mirar los números de Soriano ni a valorar lo que para mí ha sido una gesta. Basta decir que cogió un equipo incapaz de ganarle a nadie y lo hizo invicto en cuatro jornadas: suficientes.

La aportación de Soriano ha sido más espiritual que técnica. Miren, eso que se creó entre Alfonso y Emery que nos llevó a Primera División es lo que han vuelto a sentir los seguidores del Almería: unión. Una profunda fe en el equipo.

Soriano borró de golpe la tristeza y nos puso a todos a animar o a rezar (ustedes mismos) por algo que quería toda Almería: seguir en la Liga de Fútbol Profesional.

El entrenador es un pilar decisivo en los clubes y Soriano tiene todas las papeletas para conectar con la grada y levantar esas pasiones que te hacen vencedor.

Yo no recuerdo una pasión rojiblanca como la vivida en Córdoba. No he visto en los últimos años una implicación igual de aficionados al fútbol, que no pisan el estadio, hacia el Almería.

Ha sido toda una provincia detrás de Soriano. Todos animando y remando en la misma dirección. Es algo que se tiene o no se tiene y debemos de saber explotarlo y aprovecharlo.

Esa corriente positiva de Soriano iba desde el presidente al aficionado de barra de bar. Los sufridores del Mediterráneo ya tenían claro que se salvarían, era su premio, pero los otros también arrimaron el hombro.

Creo que no se debe tocar lo que funciona y debemos apostar por una unión Alfonso-entrenador que por desgracia no se ha dado mucho en los últimos tiempos.

No es culpa del presidente, es que hay cada entrenador que... vaya tela. El presidente no es tonto y sabe de fútbol. Le basta un entrenamiento para ‘calar’ (como decimos en Almería) al inquilino del banquillo.

Ahora no tiene dudas. El fútbol le ha brindado una posibilidad de tener estabilidad en el banquillo. Nadie le va a pedir a Soriano la Primera y le va a perdonar las derrotas en Segunda. es el elegido por el pueblo soberano.

No queremos repetir los errores y para ello tenemos a un entrenador que lo ha vivido desde dentro. Lleva la lista de bajas en la cabeza. Sabe donde estuvo el error.

No tiremos por la borda ese acto de fe que nos ha llegado con Soriano. No toquemos lo que funciona. Demos a la afición alegrías que se volverá loca por su equipo. Y no miremos jamás por encima del hombro a los contrarios.

No recuerdo las sensaciones de aquel ascenso con Emery pero llevo en mi corazón la angustia y la alegría de una afición que en 20 minutos pasó del pozo a la gloria gracias a un entrenador que nos iluminó.

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