Los aficionados no se rinden. No se lo dicen al equipo, se lo demuestran cada 15 días más de 7.000 fieles que acuden al estadio pidiendo una victoria a gritos y haciendo su papel de una forma intachable.

Ni el equipo está muerto ni su afición hundida. Nunca se ha vivido una situación igual a lo largo de la historia del Almería contemporáneo en el Mediterráneo: pero los más viejos de lugar lo vivieron en el Juan Rojas.

Son ellos, los que vieron caer al equipo de Segunda hasta Tercera, los que han multiplicado la afición hasta hacerla sólida y comprometida con sus colores. No quieren que se repita la historia.

Ya nadie le pita al equipo cuando no juega bien y si se escuchan silbidos, la mayoría de las veces llegan de esos que han entrado en el campo con una entrada de regalo. El que paga el abono no le pita al Almería: lo tengo claro, lo quiere y le perdona.

Viendo el pasado sábado el Mediterráneo me di cuenta: el equipo no está solo y puede contar con su afición hasta el final.

Nadie le ha dicho a los aficionados lo que tienen que hacer, sale de ellos. Almería tiene una afición cariñosa con sus futbolistas por malos que sean los tiempos y venimos de tres temporadas de infarto.

Mientras la afición no entregue el plato y la cuchara aquí todo el mundo debe mantener la fe en el Almería y esperar que lo mejor llegue al final. Nadie se baja del carro.

Los profesionales, no muchos, han llegado a agradecer en las redes sociales el apoyo de los aficionados. Se nota en el Mediterráneo que hay ganas de fútbol de nivel y no se rinden.

La mejor noticia para el Almería es que su afición está tan viva como el equipo. Esto va a ser tarea de todos y por malos que sean  los tiempos (que lo son) estando juntos se conseguirá el objetivo.

Almería no quiere perder su tesoro y lo va a pelear como una provincia unida. Van más de 7.000 al Mediterráneo sin regalar entradas y esta es la mejor noticia para no perder la fe en el equipo.

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