Quedan 16 jornadas para que termine la Liga. Son 48 puntos en juego y todos pueden hacer cuentas. Pero al Almería las únicas que le van a dar la salvación son aquellas de sumar en cada jornada y esperar.

Cuando digo sumar hablo de amarrar cada punto como un tesoro. Ni dentro ni fuera de casa. Todos suman lo mismo y si sale ante el Albacete un partido malo que se sume uno por lo menos.

No se puede regalar nada y el equipo en el último tercio de la Liga está abocado a jugársela en las últimas diez jornadas con toda la carga de tensión que esto genera a los clubes.

En las últimas diez jornadas todo vale. Se intenta lo imposible. Crecen las sospechas. Salen los maletines. Bajan los más tontos. Se salvan los listos...

No le queda otra al Almería porque no hizo los deberes y se llevará tarea a casa. Lo mejor de todo es que empieza a parecer un equipo. Goro está dando con la tecla y pone paciencia ante la desesperación.

Una racha de tres triunfos antes de las últimas diez jornadas de Liga nos darían la vida. Afrontar la recta final con el equipo fuera del descenso sería lo ideal. De lo contrario se jugará a la lotería.

La Segunda División B está plagada de tontos que no entraron en el juego de la lotería. De aquellos que no primaron al equipo amigo para que les hiciera un favor. Dicen que las primas no existen pero...

Llegar vivos a las últimas diez jornada implica entrar en un juego imprevisible que nadie puede controlar. Juegas en tu campo y en el del directo rival. Ganas tu partido y tienes que esperar. Y los ojos abiertos como platos. Como platos.

Aquí ya sabemos lo que es bajar a Segunda B con todo a favor para mantener la categoría. Aquello se nos escapó de las manos y nos echamos las manos a la cabeza cuando todos nos llamaban tontos. Tontos de remate.

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