Cada semana me toca ver casi al completo los partidos de Segunda División y lo tengo claro: aquí pasa algo. Siempre hay un agente externo que impide al equipo sumar de tres. Se han ganado 4 partidos y pidiendo la hora.

Van cuatro entrenadores. Son 13 salidas fuera de Almería y siempre igual: no pasamos del empate o la derrota. Veo a equipos que haciendo la mitad y ganan fuera de casa. Exponen menos que los rojiblancos y suman de tres.

Es que lo que va a portería entra, por poco que sea, y hacer un gol cuesta un mundo. Se me llena la cabeza de pajaritos viendo al equipo fuera de casa y entiendo que se pudo ganar en Pamplona y Vitoria. Y hasta le dije a Rafa que vamos a ganar más partidos fuera que en casa. Pajaritos.

Pero cuando miro la tabla y veo que solo hay cuatro victorias, las mismas que el colista Bilbao Athletic: me hundo.

No se entiende por qué no explota el equipo. Nadie sabe como encadenar dos victorias seguidas. Todo son piropos del rival hacia los jugadores pero los puntos no aparecen.

Igual lo mejor está por llegar y el trabajo de Goro da sus frutos en el momento decisivo de la temporada pero ojo a las últimas diez jornadas de Liga donde ya vale todo. Todo.

Nada es normal en este Almería. Faltaban solo dos minutos en Vitoria y el único peligro para los rojiblancos era el árbitro. Siempre pasa algo. Una tecla queda suelta. Algo está pasando aquí que nadie puede controlar.

Vi al Huesca en Elche llevarse un punto con la gorra y al Tenerife meterle tres al Llagostera cuando lo normal es que los catalanes hubiesen ganado el partido.

Esta categoría no hay quien la entienda y nos cuesta vivir en ella desde aquel Atlético Almería de 1958 cuando con un equipo pobre rozó la Primera y con una inversión de locura bajó a Tercera.

Estoy con el presidente. Aquí pasa algo.

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